La niña abrió un agujero en la arena tibia ante los ojos de un grupo de soldados niños. Uno de ellos se puso el rifle en la espalda y camino hasta ella.- "Qué buena idea"- le dijo el soldadito.
Ella, sin mirarlo, puso una bala en el fondo del agujero, lo selló y comenzó a abrir un nuevo orificio.
- "¿Esperas que crezcan árboles que den miles de balas para nuestra causa?"- "Si"- respondió la niña con temor.
El soldadito llamó a sus amigos y juntos plantaron cientos de balas. Cuando no quedo ni un solo proyectil por plantar se tumbaron boca arriba y ella sonrió imaginando flores plateadas.