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--De todos modos, Manolo, piensa que la guerra ha sido feroz y que en la zona roja la cosa era mucho peor. Por ejemplo, que yo sepa, en Gerona no funciona ninguna checa...
--¡Pero la guerra ha terminado! ¿No cree usted que eso cambia las cosas? Además, ¿vamos a ponernos al nivel de los Tribunales rojos? El presidente aquí es un teniente coronel del Ejército, no un carterista del «Metro» o un delincuente común...
--Tienes razón, hijo... Pero se da la circunstancia de que a ese teniente coronel los anarquistas, como tú sabes, le mataron en Albacete a la mujer y a un hijo de tu edad. ¿Entonces?
--¡Entonces habría que prohibirle que ejerciera! La justicia ha de ser neutral.
--¡Huy, estimado
Manolo! Eso es pedir peras al olmo. Eso funciona a base de escalafón,
como en todas partes. Además, ¿qué ganarás
protestando por ahí? Destrozarte los nervios, nada más. Desde
que entraste por esa puerta no has parado de fumar un pitillo tras otro...
Manolo aplastaba
ipso facto la colilla en el cenicero.
--Compréndalo, profesor... Me encuentro solo en Auditoría. Mis compañeros «de oficio» no quieren complicaciones. Se limitan a levantarse y decir: «Pido para el acusado la máxima clemencia», sin aportar testigos a su favor ni atenuantes de ninguna clase.
--Te comprendo, Manolo. Pero no vayas a creer por eso que tu papel es el peor. ¿Conoces al alférez Montero?
--Sí, es amigo mío.
--Pues dile que te cuente... Cuando le toca mandar el piquete de ejecución, ha de acercarse luego a los fusilados y pegarles el tiro de gracia...
--Lo sé, profesor. Pero él no hace más que obedecer. Yo, en cambio, participo en los procesos y me siento responsable...
--¿Por qué? Haces lo que puedes, ¿no?
--No lo sé...
--Me consta que has conseguido más de una absolución.
--Exactamente, dos.
--¿Te parece poco?
--¡Bah! Las sentencias son absolutamente arbitrarias. El mismo delito igual puede ser castigado con seis años que con doce años.
--Es muy natural.
--¿Natural?
--Claro... La arbitrariedad forma parte del juego. Cuando se juzga con impunidad, cualquier factor puede variar la sentencia. La prisa del Tribunal; una buena o mala digestión; si el día está nublado o hace calor...