Si
se toman en serio, los valores de los derechos humanos ponen en duda intereses
tales como el mantenimiento de un gran sector exportador en la industria
defensiva de una nación, por ejemplo. Las críticas del Reino
Unido o Estados Unidos a países como Indonesia o Turquía
por su historial en materia de derechos humanos se vuelven incoherentes
si aquéllos siguen proporcionando a sus ejércitos los vehículos
o las armas que pueden emplearse para la represión de los disidentes
civiles. Cuando los valores no condicionan en realidad los intereses, la
"política exterior ética" --el autoproclamado objetivo del
gobierno laborista británico-- se convierte en una contradicción
de términos.