Conflictos bélicos | > otros textos |
Dentro de poco, si un inesperado sentido de la cordura o de la compasión no lo remedian, morirán decenas de miles de personas. Morirán mujeres, niños, hombres, con la particularidad esencial de que para ninguno de ellos, de acuerdo con su propia naturaleza, había llegado la hora. Su muerte se producirá, según la opinión de algunos médicos que he consultado, de la siguiente manera: los más afortunados sentirán un fogonazo interior, extremadamente violento, que les reducirá con rapidez al silencio; para los menos afortunados el trueno será instantáneo pero el rayo será más lento y terrible. Como estos últimos, en el cálculo de mis informantes, serán la gran mayoría puede ser revelador retener algunos de los estragos causados por ese rayo: quemaduras generalizadas de la piel, destrucción masiva de los tejidos, colapso de las funciones respiratorias, pérdida de las capacidades sensoriales, paulatina paralización de los órganos vitales. Estos términos descriptivos deben ser traducidos al sufrimiento del cuerpo afectado: el dolor neurálgico recorre el organismo como un haz de corriente eléctrica entre sensaciones extremas de frío y calor. Sin morfina u otros calmantes poderosos se hace insoportable.No será todo. Alrededor de los fulminados por el rayo la onda expansiva creará otras oleadas de dolor: mutilaciones, secuelas físicas, angustia, desplazamientos, exilio. Otras decenas -quizá centenas- de miles de personas quedarán a merced de una repentina pesadilla. No será todo: los hijos de todos ellos crecerán en la creencia de que esta pesadilla es la única realidad. Y tampoco eso será todo.
Porque nada cuenta tanto como el sufrimiento único, distinto e irrepetible de quienes van a ser alcanzados por el rayo. En consecuencia, es la representación de este sufrimiento la que debería proyectarse en las conciencias de quienes van a arrogarse la prerrogativa de lanzarlo. En todas las conciencias, sin excepción: desde la cabeza hasta el último eslabón de la cadena. Únicamente si es representado y asumido en toda su magnitud y detalle aquel sufrimiento podremos escuchar las razones de los responsables de la guerra.