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El 26 de septiembre los nazis decidieron exterminar a la población judía de Kiev. Más de 33.000 personas fueron asesinadas en dos días. Eran llevados al borde del barranco desnudados y asesinados. Ucrania y otros territorios soviéticos fueron el 'laboratorio' de la Solución FinalBabi Yar es una herida ucraniana, una hemorragia de hasta 100.000 almas que ya no pueden ser vengadas. Fue el primer plato del Holocausto judío, cocinado con macabra eficiencia por los comandos de ejecución nazis en sólo dos días a las afueras de Kiev, la capital de la actual Ucrania. Este lugar será siempre un hoyo silencioso, donde entre hierbas salvajes el genocidio se alió con la orografía: todavía se abre el mismo vacío que entonces al borde de este barranco, el justo para que el cuerpo recién ametrallado ruede cuesta abajo con el resto de infelices.
El 22 de junio de 1941 las tropas de la Alemania nazi y sus aliados invadieron la Unión Soviética en la denominada Operación Barbarroja: hay fotos de judíos ucranianos cavando sus propias tumbas en Storow, Ucrania, ya en el mes de julio. El horror a partir de entonces no dejó de ir en aumento.
Babi Yar significa "barranco de la abuela" y cerca de él estaban situados un psiquiátrico y una cárcel. Imposible hallar un lugar mejor no lejos del centro de Kiev: sin testigos, sin interrupciones. El aperitivo llegó el 27 de septiembre, cuando fueron asesinados 752 pacientes de la clínica psiquiátrica: "Basura humana", fue la etiqueta que se les puso. El general Kurt Eberhard y el comandante de la policía del ejército del Grupo Sur, Friedrich Jeckeln, tomaron la decisión de borrar del mapa a los judíos de los alrededores.
En 1939 había 175.000 judíos en Kiev, representaban el 20% de la población, aunque cuando llegaron los alemanes ya habían huido muchos, dejando la cifra en algo más de 50.000. El autor ruso Vasily Grossman escribió que hubo dos Shoah: la perpetrada mediante las balas y la segunda mediante el gas. Babi Yar fue la puesta de largo del genocidio a través del plomo. Ahí fueron claves los 3.000 hombres Einsatzgruppen, los conjuntos de escuadrones de ejecución itinerantes especiales formados por miembros de las SS, y otros integrantes de la policía secreta de la Alemania nazi. Había cuatro en total, el Einsatzgruppe C fue asignado a Ucrania con el Grupo de Ejércitos Sur. Contaba con los Sonderkommandos 4a y 4b, que se encargaban de concentrar a la población que había que ejecutar, y los Einsatzkommandos 5 y 6, que fusilaban a destajo. Las otras formaciones, las de primera línea, no solían tomar parte en las masacres.
Con la guerra en marcha, el objetivo era la limpieza étnica para asegurar la "seguridad política" de los territorios conquistados. Los criterios se fueron ampliando desde la invasión de Polonia, y cuando los ejércitos alemanes cruzaron la frontera el 22 de junio de 1941 comenzó el exterminio de varones judíos. El 16 de julio de 1941 Hitler reunió a sus colaboradores para explicarles que Ucrania sería una joya del imperio nazi, administrada por las SS y otros cuerpos de seguridad.
A finales de agosto de 1941 estaba ya bastante claro que Kiev acabaría en manos de los alemanes. Tras muchas dudas por parte de Stalin, Mijail Kirponov, general a cargo de la zona, recibió la orden de retirarse de Kiev el 17 de septiembre. El 19 los nazis habían llegado a las afueras de la ciudad y algunos barrios cercanos al centro, y el día 21 los ciudadanos escucharon por radio una voz de la Sovinformbureau, la oficina de información, diciendo que las tropas soviéticas dejaban la ciudad. Llevaban semanas diciéndoles que eso jamás ocurriría.
En la capital muchos tenían familiares en el Ejército rojo. Pero también muchas familias habían sido diezmadas por las hambrunas y la colectivización forzada de los años 30, que habían causado más de tres millones de muertos. La situación entre los soldados del Ejército rojo a cargo de la defensa de la ciudad era muchas veces de desamparo, conduciendo a autolesiones que, años después, llaman la atención entre tanta estadística: de casi 500 heridos en varios hospitales de Kiev, nada menos que 460 presentaban un balazo en el brazo izquierdo.
Había un antibolchevismo notable y muchos ciudadanos de la capital dieron la bienvenida a los alemanes. Pensaron que les librarían de la opresión del estalinismo. Otros se alegraron de que por fin alguien pusiese 'en su sitio' a sus vecinos judíos, a los que la propaganda soviética había acusado mediante rumores de ser los causantes de las hambrunas que había provocado la colectivización agraria.
También jugaba a favor de los nazis el recuerdo de lo ocurrido durante la Primera Guerra Mundial, cuando los alemanes ocuparon la ciudad y emitieron una orden para intentar evitar el ataque a cualquier minoría, incluida la judía: "Alemania era una 'nación europea', y por eso pensaban que una ocupación de los nazis no podía ser peor que la de los bolcheviques", explica Victoria Khiterer, especialista en historia de los judíos.
La inquietud había subido sin cesar desde el anuncio de la incursión nazi. Pero las víctimas difícilmente podían imaginar el calibre de lo que se avecinaba. "Babi Yar es la mayor masacre en un periodo de tiempo tan corto", explica el historiador Per Anders Rudling. Los especialistas se han preguntado por qué con el avance sobre Ucrania cambió la política de los nazis respecto a los judíos: se pasó de concentrarlos a asesinarlos a marchas forzadas. Una de las razones que se apuntan es que al alcanzar la guerra una escala global los planes de enviar los judíos lejos de Alemania (Madagascar era una de las opciones) se tornaron muy complicados.
Ucrania, Bielorrusia y otros territorios soviéticos fueron así el 'laboratorio' del Holocausto. Se decidió matar a todos: hombres, mujeres y viejos. Y niños también, porque de lo contrario después de haber contemplado aquello podrían volver para vengarse cuando fuesen mayores. En Kaunas (Lituania) se había aniquilado a 3.800 judíos. Después, en Ucrania occidental, les llegaría el turno a 24.000.
Las víctimas eran obligadas a cavar su propia tumba. Si era una fosa común, debían ir acostándose desnudos sobre los cadáveres fusilados anteriormente pero en sentido contrario: la cabeza coincidiendo con los pies de los de abajo. Los nazis lo llamaban "formación lata de sardinas".
Pero en el caso de Kiev el barranco de Babi Yar el relieve aportaba una solución perfecta. Los guardias les conducirían hasta el punto exacto donde los iban a matar y les ordenarían que se quitasen la ropa. Mucha sería confiscada, aunque también los desnudarían para comprobar que no llevaban consigo dinero o algún objeto valioso.
La impresión generalizada, y errónea, era que se estaba preparando una deportación masiva. Así que a la mañana siguiente, decenas de miles de judíos se presentaron en el lugar indicado. Algunos llegaron con mucha anticipación para asegurarse de que no les quitaban el sitio.
Las dos calles confluyen cerca de un cementerio: allí los niños lloraban y los adultos los intentaban tranquilizar. La gran masa de gente se movía muy despacio, algunos se impacientaban. A la altura de la verja del cementerio judío, unos pocos metros después, había que dejar el equipaje: como si fuese a ir en un vagón especial. Pero desde esa distancia ya se oían las ametralladoras, lo que levantaba las primeras sospechas. Pero en la cara interior de la verja se había colocado un puesto de control donde se pedía la identificación a todo el que intentase volver afuera. Si era judío, debía regresar con el resto.
Cada persona que llegaba a la primera línea era colocada con otros formando grupos de diez. Había que pasar por un pasillo formado por soldados alemanes que llevaban garrotes en las manos. Muchos estaban medio borrachos para poder cumplir así su lúgubre tarea: matar a sangre fría a civiles indefensos.
"Schnell, schnell!", [¡rápido, rápido!] gritaban, conduciendo a la gente hasta una zona de hierba. Allí se pedía al cada uno de los miembros de grupo que se desnudase y si alguien se mostraba reticente era apaleado de nuevo. Los guardias estaban borrachos de furia, poseídos por el sadismo.
Ante ellos sólo quedaba el destino final, el barranco de Babi Yar. Los judíos eran colocados en el borde y se les disparaba sin contemplaciones. Sus cuerpos rodaban hacia el fondo del barranco. Anatoly Kuznetsov, en su libro 'Un documento en forma de novela', recuerda el testimonio de una mujer judía que logró escapar y pudo describir después la escena: "Miró hacia abajo y sintió un mareo, tenía la sensación de estar muy alto. Bajo ella había un mar de cuerpos cubiertos de sangre".
Hay un informe de situación, el 101, del Einsatzgruppe destacado en Kiev. Entre el 29 y el 30 de septiembre 33.771 judíos fueron ejecutados. Pero las matanzas fueron mayores, hasta 50.000 judíos por lo menos durante esos días. Y seguirían en los meses siguientes con otras minorías.
A mediados de 1943 los alemanes estaban en retirada. Los soviéticos avanzaban por el oeste, y los nazis pensaron en esconder su culpa. Se escogió a 100 prisioneros del campo de concentración de Syretsk, situado cerca de Babi Yar. Caminando rumbo al barranco, estaban seguros de que los iban a matar. En lugar de eso, les sirvieron la cena.
Les esperaba la labor más desagradable. Primero excavar en la fosa común, en la que se habían alternado varias capas de basura y las de muertos. Después, sacar los cadáveres (la mayoría de los cuales llevaba dos años enterrados), que en algunos casos estaban enredados y eran difíciles de separar: los nazis diseñaron un arpón especial que los enganchaba tirando de la barbilla, pero algunas veces salían tres unidos que había que cortar con hachas. Las capas de gente enterrada abajo del todo tuvieron que ser dinamitadas. Después había que buscar si llevaban algo de oro o si todavía llevaban alguna prenda puesta, pues la norma de desnudar a los que se iba a fusilar se había relajado en los últimos grupos.
Después los quemaron, hasta 2.000 cada vez, con los cuerpos colocados en capas. Los pies de los de arriba coincidiendo con las cabezas de los de abajo. Cada dos capas de cuerpos, una de leña. De todo el proceso todavía quedaron huesos de gran tamaño que fueron machacados con losas del cementerio judío cercano. Había que destruir cualquier evidencia, pero las llamas se veían desde el centro de Kiev. Una generación entera las recordaría para siempre.
Tras seis semanas trabajando, los prisioneros encargados de esta tarea decidieron fugarse. Conservaron algunos objetos que encontraron entre las ropas de los muertos que podían servir para abrir los cierres de los grilletes y para atacar a los guardias. Prepararon la fuga durante un tiempo, hasta que una noche un guardia les dijo que al día siguiente iban a ser ejecutados. En la oscuridad de la noche, corrieron en masa sin que el guardia que estaba a cargo de la ametralladora se atreviese a disparar, puesto que sus propios compañeros estaban entre medias. Según ha detallado Jennifer Rosenberg, historiadora especializada en el siglo XX, sólo 15 lograron escapar.
Babi Yar fue un sumidero que se fue tragando todo lo que los nazis detestaban. Tras la masacre los nazis siguieron matando en ese barranco hasta casi el día en el que se marcharon: prisioneros de guerra soviéticos, gitanos, enfermos mentales y también integrantes de la 'resistencia' ucraniana.
Se calcula que pudieron haber muerto allí entre 70.000 y 120.000 personas, aunque algunos elevan la cifra hasta 200.000.
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