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Si hay dos palabras que han caracterizado hasta ahora el estudio del Genocidio Romaní bajo el régimen alemán del Tercer Reich son: silencio y olvido, estas son palabras que nos evocan tristeza y dolor, palabras que han acompañado hasta hoy la memoria del terrible sufrimiento padecido por el pueblo Romaní a manos de los nazis.En la tradición oral los Romaníes desde el final de la guerra lo han denominado en la mayor parte de los lugares de Europa Porrajmos, aunque también se utilizan los términos Samudaripen y "Holocausto Gitano". Nosotros vamos a emplear, debido a que consideramos la singularidad de este genocidio, el término Porrajmos:
En Romanés, el término O Baro Porrajmos significa literalmente: el "Gran Devorador" de la vida humana, destrucción, catástrofe, desastre. Esta palabra por lo tanto tiene un significado solemne y sentimental. Podemos afirmar que se trata de un equivalente semántico muy similar al término judío de Shoah.
Por Porrajmos entendemos: La persecución que entre 1933 y 1945, durante el período nacionalsocialista en Alemania, sufrió el pueblo gitano y que condujo al exterminio de entre 250.000 y 500.000 gitanos que vivían en Europa a manos de los nazis.
La visión que los nazis tenían de los gitanos estaba sustentada en base a prejuicios sociales, prejuicios basados en la mayoría de los casos en estereotipos, que durante siglos se habían ido introduciendo en la conciencia colectiva del pueblo alemán, los nazis poseían una visión global de los gitanos como:
- "Asociales", personas que están fuera de lo establecido como norma para el resto de la sociedad.
- Racialmente inferiores, representaban una amenaza biológica para lo que ellos consideraban como raza superior; la raza aria.Fue objetivo de sus verdugos que miles de hombres, mujeres y niños perecieran sin dejar rastro, quedaran sus cuerpos reducidos a cenizas, sus nombres olvidados, sus recuerdos enterrados en el fondo de la fosa de un futuro soñado que nunca llegó a ser.
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Willy Blum y su familia - 30/8/2020
He aquí la biografía del muchacho Gitano Willy Blum y de toda su familia, historia que fue rescatada del más absoluto olvido por la historiadora y periodista alemana Annette Leo.
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Willy creció dentro de una familia numerosa Sinti que se ganaba el pan gracias a su espectáculo ambulante de títeres. Recorrían los caminos a bordo de sus carromatos tirados por caballos por pueblos y aldeas de toda Alemania. Siempre sucedía lo mismo, cuando llegaban a un nuevo sitio generaban sorpresa e ilusión en la mayoría de la población, sobre todo entre los más pequeños, y encontraban el rechazo por parte de otros.
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En 1928, el teatro llegó hasta la localidad de Rübeland im Harz, allí vino al mundo Willy Blum. Después de su nacimiento, la familia se trasladó más hacia el este en busca de nuevas expectativas.
El 30 de enero de 1933 alcanzaron los nazis el poder en Alemania, de forma progresiva aumentaría la presión sobre la población Gitana del Reich.
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La vida cada vez se hacía más y más difícil para las familias Gitanas, constantemente se emitían nuevas disposiciones por parte de los nazis que restringían la forma de vida Gitana. Por ello, en 1938, la familia Blum tomó la decisión de trasladarse a la ciudad de Hoyerswerda, 35 km al sur de Cottbus y 54 km al noroeste de Dresde en la región de Sorbia. Aquí la familia consiguió proseguir con su oficio hasta 1942. Desde octubre de 1939 se había prohibido a los Gitanos llevar una vida nómada y se les obligaba a permanecer estacionados en un lugar, a la mayoría se les retiró su licencia comercial, aunque este hecho dependía, en muchos casos, de las autoridades municipales.
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Todo se complicó aún más en el momento que comenzó la segunda fase de persecución hacia la población Romaní, la deportación. El 8 de mayo de 1942 Aloys Blum fue arrestado y encarcelado, primero en Hoyerswerda, y posteriormente en la prisión policial de Cottbus. Desde allí lo trasladaron en un transporte colectivo al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde quedó registrado como prisionero el 5 de julio de 1942. Sus familiares permanecieron en Hoyerswerda pero los detuvieron tiempo después y los internaron en un cuartel ubicado en un barrio pobre a las afueras de la ciudad. En marzo de 1943, llegó la hora del resto de miembros de la familia Blum, inicialmente los trasladaron en tren a Breslau, donde quedaron recluidos en una prisión. Unos días después los deportaron a Auschwitz-Birkenau junto a otras familias Gitanas, adonde llegaron el 7 de marzo de 1943.
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En abril de 1944, sólo unas 7.000 de las 22.000 personas originalmente deportadas seguían vivas en el "Zigeuner Familienlager". Morían de hambre, agotamiento, enfermedades como el tifus, especialmente afectó a los niños una epidemia de noma, o en las cámaras de gas.
En la primavera de 1944 las autoridades del campo comenzaron a organizar la liquidación del Campo Gitano, para ello decidieron organizar transportes con prisioneros del sector BIIe aptos para el trabajo a otros campos en el interior del Reich. En abril de 1944, un tren con unos 1.500 hombres salió de Auschwitz en dirección al campo de Buchenwald. Aloys Blum y sus hijos, Willy, de dieciséis años, y Rudolf, de nueve, se encontraban entre ellos. De alguna forma, Willy y su padre se las ingeniaron para llevarse al pequeño Rudolf. En Buchenwald, Willy recibió el número de prisionero 74254 y Rudolf el 74251. Les cosieron un triángulo negro en sus trajes de prisioneros de rayas blancas y azules, y quedaron internados en el "campo pequeño", un lugar superpoblado que originalmente había sido diseñado como establo de ganado.
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El 23 de septiembre de 1944 se organizó en la oficina del campo de concentración de Buchenwald un transporte de 200 niños y adolescentes que iban a ser transferidos a Auschwitz. El nombre de Rudolf Blum se hallaba en esta lista, las SS lo habían señalado con el número 38. En el listado mecanografiado, archivado en la "Carpeta Nº. 162", hay otro nombre: Stefan Jerzy Zweig, número 200. A la 9.30 de la mañana comenzaron a nombrar a aquellos que debían partir en aquel tren, en ese momento ocurrió una escena conmovedora, según relató más tarde un sobreviviente testigo de lo que allí ocurrió: Rudolf Blum, de nueve años de edad, se encontraba entre los prisioneros que debían marcharse en aquel convoy de la muerte. Rudolf no paraba de llorar y gritarle a su hermano mayor Willy que no lo dejara solo, que no se podía marchar sin él. Willy, con el corazón roto, y de la forma que sólo lo puede hacer un héroe, decidió dar un paso al frente y ofrecerse voluntario para acompañar a su hermanito hasta Auschwitz, sabiendo lo que ello seguramente significaba. Los encargados de organizar el transporte tacharon de la lista el número 200 que correspondía a Stefan Jerzy Zweig e incluyeron en su lugar el de Willy Blum.
El 26 de septiembre de 1944 llegó a Auschwitz el tren con los 200 niños y jóvenes de Buchenwald. Lo que sucedió después no está documentado y ahí se perdió el rastro de Rudolf y de Willy Blum, seguramente murieron asesinados. Lo único que se conoce con certeza es que de los 200 niños y adolescentes de aquel transporte solamente dos lograron sobrevivir.
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