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Especialistas islámicos justifican los "matrimonios de placer" porque las "esposas no dedican tiempo a sus maridos"
Cada vez son más los ciudadanos saudíes que se sienten atraídos por los denominados matrimonios de placer, una unión legal que permite a los hombres casarse con una segunda o tercera mujer por períodos que pueden ser desde unos pocos minutos a toda la vida. La modalidad cobra fuerza especialmente en estas fechas, cuando aprovechan las vacaciones estivales para trasladarse a otros países musulmanes y, con frecuencia en secreto y a espaldas de su primera mujer, desposarse con una joven de su elección por poco tiempo, alrededor de dos meses.Para este tipo de matrimonio eligen familias pobres en el extranjero que quieren casar a sus hijas con hombres ricos. El «modus operandi» se encuentra incluso protocolizado. Según recoge el diario Al Watan, cuando un hombre saudí llega al aeropuerto de uno de los países conocidos por permitir este tipo de matrimonio (Irak, Irán, Baréin o Yemen, entre otros), es abordado por agentes matrimoniales que le muestran fotos de diferentes mujeres y le proporcionan información sobre altura, peso o color de pelo de la candidata. Todo el trámite se lleva a cabo como un negocio. Al final del período acordado para el matrimonio, el marido se divorcia de la joven y vuelve a su hogar.
Ahmed Abdulqader, consultor islámico especialista en el tema, aseguró en un artículo publicado por Al Arabiya que «el matrimonio de vacaciones de verano es importante para que los hombres no caigan en la prostitución durante sus viajes en el extranjero», sobre todo si se tiene en cuenta que hay «mujeres que últimamente no están dispuestas a dedicar el tiempo suficiente a sus esposos debido a sus ocupaciones».
En la mayoría de los casos, el matrimonio de placer es un simple acuerdo entre los contrayentes que no requiere ningún registro o testigo y en el que consta el tiempo de duración y los términos concretos del contrato: viajes a realizar, casa a residir, con qué frecuencia el hombre va a visitar a la mujer y la dote o «precio de la novia», que puede ir desde prácticamente nada a cientos de miles de riales.
Entre las candidatas no sólo se encuentran mujeres pobres que son obligadas por sus familias a contraer matrimonio para conseguir dinero, también hay pretendientes saudíes que exigen que la mujer sea de una familia rica, conocida, con la piel blanca, cara bonita, sexy y que esté dispuesta a desplazarse con él por cualquier parte del mundo, especialmente durante el verano. Además, también se suele pedir un buen dominio del Inglés. En este caso, la dote se eleva y no baja de 150.000 riales saudíes (unos 30.000 euros), además de coche y chalet de primera clase.
Estudiosos aseguran que Mahoma permitió estos matrimonios para sus compañeros durante las guerras y campañas que llevó a cabo con el objetivo de difundir el Islam en la actual Arabia Saudita. También consideran que son una solución práctica para los viajeros que llegaban a ciudades extrañas y necesitaban una mujer que cuidara de ellos y de sus pertenencias. Otros historiadores sostienen que la práctica ya existía en las sociedades pre-islámicas y que inicialmente fue permitida por el profeta Mahoma, aunque posteriormente la prohibió.
Hoy, en cambio, el matrimonio de placer se ha convertido en una lacra implicitamente reconocida por el propio Gobierno de Arabia, que ha creado la Sociedad de Beneficencia para el Bienestar de las Familias Saudíes en el Exterior. La institución se ha hecho cargo hasta el momento de 7.000 familias saudíes en el extranjero que han sido abandonadas por hombres de Arabia.