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El informe de la ONU sobre el estado de la población mundial en el 2005 constata la persistencia de graves desigualdades.
Más de medio millón de mujeres mueren cada año por problemas relacionados con el embarazo - la principal causa de enfermedad y mortalidad entre las mujeres de 15 a 44 años de edad-, el 99% en los países en vías de desarrollo. Cerca de la mitad de los 40 millones de personas infectadas con el virus del sida en todo el mundo son ya mujeres - cuando durante años eran los hombres los principales contagiados- y en África esa proporción se acerca al 60%, la mayoría jóvenes entre 15 y 24 años. En Asia y el África subsahariana sólo el 47% y el 30% de las niñas, respectivamente, ingresan en la escuela primaria. Así que no es de extrañar que de los 920 millones de analfabetos que hay en el mundo, 600 millones sean mujeres. Si trabajan fuera de casa, su salario - para igual trabajo y responsabilidad- es entre un 73% y un 77% del de los hombres. Y por si todo esto no bastara, una de cada tres mujeres en el mundo es o ha sido víctima de sevicias físicas o sexuales en algún momento a lo largo de su vida.Este panorama desolador está recogido en el informe sobre el estado de la población mundial 2005 elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) y presentado ayer simultáneamente en Nueva York, Londres y París.
La persistencia de la discriminación de la mujer - sobre todo, aunque no únicamente, en los países en desarrollo- es, según la ONU, no sólo un grave problema de injusticia, sino también un obstáculo fundamental para sacar a esos países de la pobreza. Hasta el punto de comprometer gravemente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aprobados por la ONU en el 2000, y que se planteaban reducir a la mitad la pobreza extrema en el planeta en el año 2015.
"La discriminación de la mujer es la gran enfermedad del mundo", afirmó ayer Olivier Brasseur, director de evaluación de la UNFPA, durante la presentación del informe en París. "Sin igualdad, no habrá prosperidad; y sin prosperidad, no habrá seguridad", sentenció.
El primer problema que debe resolverse, según los expertos, es garantizar la salud reproductiva de las mujeres y darles la capacidad de decidir libremente cuántos descendientes tener (lo que incluye el acceso, pero no únicamente, a los métodos contraceptivos). Menores tasas de fecundidad y de mortalidad contribuyen a un aumento del ahorro familiar, que puede revertir en la educación de los hijos. Lo que los economistas denominan "dividendo demográfico" y que, en opinión de los expertos, está detrás del gran salto económico de los países asiáticos. Los investigadores calculan que este "dividendo demográfico" podría reducir, entre el 2000 y el 2015, la pobreza de los países en desarrollo en un 14%...
Pero resulta difícil pensar en dividendo alguno cuando se constata que en el África subsahariana - por poner un nuevo ejemplo-, una mujer corre el riesgo de morir a lo largo de su vida por complicaciones en el embarazo en proporción de 1 a 16, mientras en los países industrializados es de 1 a 2.800. O cuando se descubre que cada año 14 millones de adolescentes dan a luz, muchas veces en condiciones deplorables.
Para las Naciones Unidas, sólo un compromiso decidido de los países ricos para aumentar las ayudas en salud y educación en los países en desarrollo puede invertir poco a poco esta situación. La UNFPA calcula el dinero necesario en 135.000 millones de dólares sólo en el 2006. Una cifra que califican de "modesta" en comparación con el billón de dólares de gasto militar en el año 2003, aunque muy superior a los 69.000 millones destinados por los países donantes ese mismo año a ayuda al desarrollo.