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Un burdel patrocina al equipo infantil de fútbol de Bellvei
Las noches del sábado parecen poco concurridas en Bellvei (Baix Penedès, 1.600 habitantes). El silencio domina la plaza y sólo en un polígono lindante con el pueblo, un enorme rótulo en forma de estrella ilumina el municipio. Brilla el logotipo del club l'Estel, prostíbulo en cuyas puertas se arraciman más vehículos que los estacionados en todo el casco urbano.Tras 10 años abierto, el local se ha granjeado la amistad de todos: Ayuntamiento y vecinos aprecian la presencia del burdel, que financia las fiestas locales. "Es una empresa modélica", dice el alcalde, Josep Fonts (CiU). Esa estrella intermitente es el mismo anagrama que lucen en su indumentaria los niños de entre 4 y 14 años que juegan en el equipo de fútbol municipal.
Que los niños anuncien un prostíbulo por los campos de fútbol de la comarca no parece molestar a nadie. El nieto del propietario de l'Estel juega en el equipo y éste se ofreció a pagar la ropa de entrenamiento, así que el dinero del burdel es bienvenido. Lo que ocurra dentro del local se equipara con el misterio de los Reyes Magos. "Hay cosas que los críos no tienen por qué saber", defiende Mercè, 64 años y abuela de un futbolista de seis. "Protestaríamos si en los jerséis se dijera que es un club de chicas o si hubiera fotos de mujeres. Lo importante es que se les proporcione ropa a los críos", asegura Jesús, padre de otro niño de ocho años. La estrella domina los pantalones y sudaderas del equipo con la leyenda "Estel" grabada en letras blancas. Nada más. "¿Crees que los niños se van a dar cuenta de algo?", insiste el padre.
Algo saben. Joaquim, ocho años y portero del equipo benjamín, asegura ignorar qué es el club l'Estel. Pero si alguien le pide dónde encontrarlo es capaz de llevarle hasta la puerta. Dice no saber qué significa la estrella que figura su pantalón hasta que mira a sus compañeros y rompe a reír como un pillo."Hace tiempo que lo sabemos. Un hotel con mujeres", sonríe antes de irse tras su amigo. "Algunos lo saben, otros no", cuenta otro chaval.
La definición de los menores es similar a la acuñada por el alcalde: "Es un hotel con licencia", dijo en el pleno municipal de la semana pasada.
Tras el rótulo de la estrella aparece una barra circular con 30 mujeres en ropa interior. Son de países del Este, cobran entre 67 y 120 euros por servicio y l'Estel les pasa una factura de 60 euros por cada noche que duerman allí. Que el negocio sea modélico resulta, así, menos claro. "Ni mejor ni peor que el resto de sitios", describe una mujer que dice llamarse Monica y tener 22 años. Es búlgara y lleva dos semanas en el local. No sabe cómo regularizarse tal como indica el Ayuntamiento. Tampoco estará mucho tiempo en el pueblo. "Nos traen y se nos llevan", dice.
El pasado marzo, los Mossos d'Esquadra realizaron en l'Estel y otros dos clubes una redada que desarticuló una red albanesa de explotación sexual. En 2002, otra batida detectó que 21 prostitutas estaban en situación irregular. Al entonces dueño se le detuvo por un delito contra los derechos de los trabajadores y proxenetismo.
"Es una empresa que no da problemas, esas señoras nunca se pasean por el pueblo", insiste Mercè. En eso coincide con Mónica, la meretriz búlgara. "Nunca salimos", comenta asqueada desde la barra de l'Estel. "Almuerzo aquí, aquí me acuesto con clientes, duermo aquí. El pueblo no me importa".