Ejecuciones extrajudiciales, "desapariciones" |
--¿Quién
la aplicaba?
- Un médico
naval. Después se los subió a un camión verde de la
Armada con toldo de lona. Fuimos al aeroparque, entramos por la parte de
atrás. Se cargó como zombies a los subversivos y se embarcaron
en el avión.
--¿Usted
sigue pensando en ellos con esa palabra o la usa ahora porque estamos grabando?
- Yo le estoy describiendo
el hecho como era en ese momento.
--¿Por
eso le ha cambiado el tiempo? ¿Ahora sigue pensando en subversivos?
- No.
--¿Cómo
los diría con sus palabras hoy?
- Cuando yo hice
todo lo que hice, estaba convencido de que eran subversivos. En este momento
no puedo decir que eran subversivos. Eran seres humanos. Estábamos
tan convencidos que nadie cuestionaba; no había opción. Que
el país estaba en una situación caótica, sí.
Pero hoy le digo que de otra forma se podría haber solucionado sin
problema. Lo pienso hoy, y no había ninguna necesidad de matarlos.
Se los podría haber escondido en cualquier lugar del país.
--¿Quiénes
participaron?
- La mayoría
de los oficiales de la armada hizo un vuelo; era para rotar gente, una
especie de comunión.
--¿En qué
consistía esa comunión?
- Era algo que había
que hacer. No sé lo que vivirán los verdugos cuando tienen
que matar, bajar las cuchillas o en las sillas eléctricas. A nadie
le gustaba hacerlo, no era algo agradable. Pero se hacía y se entendía
que era la mejor forma, no se discutía. Era algo supremo que se
hacía por el país. Un acto supremo. Cuando se recibía
la orden no se hablaba más del tema. Se cumplía de forma
automática. Venían rotando de todo el país. Alguno
pude haberse salvado, pero de forma anecdótica. Si hubiera sido
un grupito... pero no es cierto, fuer toda la Armada.
- (...) Se los desvestía desmayados y cuando el comandante del avión daba la orden se abría la portezuela y se los arrojaba desnudos uno por uno. (...) También había invitados especiales.
--¿Qué
quiere decir invitados especiales?
- Oficiales de la
Armada de mayor jerarquía que no participaban pero que venían
para darnos respaldo. Era una forma de dar apoyo moral a la tarea que uno
estaba haciendo. (...) En mi primer vuelo, el cabo de Prefectura desconocía
totalmente cuál era la misión. Cuando se dio cuenta entró
en una crisis de nervios. Se puso a llorar. Al final lo mandaron a cabina.(...)
El médico les daba la segunda inyección (a los detenidos)
y luego se iba a la cabina.
--¿Por
qué?
- Decían
que por juramento hipocrático.
--En aquel momento,
¿nadie tuvo un instante de duda sobre la legitimidad de esas órdenes
de arrojar detenidos al mar desde un avión en vuelo? La formación
cristiana, la educación militar, ¿no entraban en contradicción
con eso?
- Los pocos que
se fueron de la Armada se opusieron a esto. Casi todos pensábamos
que eran traidores.