Ejecuciones extrajudiciales, "desapariciones" |
El documento es su versión de por qué fue apartado de la causa, en la que se investigaba las fosas comunes de la represión en Catalunya, y en él se describe sus diferencias con Ángel Pestaña, el líder anarquista, y las protestas de varios partidos políticos por su actuación. Este juez abrió el sumario de los cementerios clandestinos en abril de 1937 y fue obligado a abandonarlo en diciembre del mismo año.
Josep Maria Bertrán de Quintana (Barcelona, 1884 - México, 1960) fue un político y jurista catalán que tuvo un gran protagonismo en una época convulsa y que acabó sus días en el exilio. No era juez de carrera, pero fue designado para estos menesteres durante la Guerra Civil, siendo destinado inicialmente a un tribunal de Girona.
El 15 de abril de 1937, el presidente del Tribunal de Cassació de Catalunya, Josep Andreu i Abelló, le designó para investigar el caso de unos cadáveres aparecidos en Can Serret, cerca de Sant Feliu del Llobregat, según cuentan en su libro El jutge dels cementiris clandestins (Editorial Gregal; 2012) Oriol Dueñas y Queralt Solé. El día 26 se le nombró juez especial del asesinato en Molins de Rei de Roldán Cortadas, secretario del líder comunista Rafal Vidiella.
Durante la Guerra Civil, especialmente hasta 1937, existió una dura represión en Catalunya, dirigida sobre todo contra empresarios y religiosos, aunque también contra adversarios políticos. Es una historia conocida. Las llamadas patrullas de control, o también brigadas del amanecer en otra expresión más coloquial, secuestraban a sus víctimas y las asesinaban, enterrándolas en fosas comunes.
En el libro Entre el roig i el negre (Edicions 62), de Miquel Mir, también se detalla que a veces los cuerpos se quemaban en una cementera, para que no quedara rastro. En La repressió a la Reraguarda de Catalunya, (Publicacions de l'Abadia de Montserrat; 1989) los historiadores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Vilarroya i Font facilitan la cifra de 8.360 víctimas, principalmente en las comarcas del Baix Llobregat, Barcelonès, Maresme y los dos Vallès.
Al final, Bertrán de Quintana recibió el encargo de llevar a cabo todos los sumarios bautizados como los cementerios clandestinos; es decir, sobre las fosas comunes. También fueron designados otros dos jueces, Josep Vidal i Lecha y Antonio Fernández Ros. Éste último acabó huyendo de España a mitad de las pesquisas por las amenazas que recibía, y Vidal tuvo un papel destacado en varios casos.
Pero Bertrán de Quintana fue quien tuvo mayor protagonismo en estas averiguaciones. De él quedan los documentos oficiales, pero ahora ha aparecido uno de su puño y letra, en el que narra sus vicisitudes. Está en el archivo personal de su sobrino, Carlos Trías Bertrán (1918 - 1969), que fue designado por Franco para la reconstrucción de Barcelona tras la contienda y que posteriormente fue responsable del urbanismo de Madrid. El repertorio está siendo ordenado por su hijo, el letrado Jorge Trías Sagnier, y será depositado en el Archivo de Poblet.
El documento de Bertrán de Quintana es una exposición de cinco páginas destinada a un compañero de logia (era masón), en la que relata porqué fue apartado del caso, además de algunos de sus descubrimientos. Así, explica que fue requerido por el jefe superior de Policía para ir a Calonge, donde detuvo a unas 18 o 20 personas acusadas "de haber asesinado a hachazos a siete desgraciados ciudadanos y a tiros a otros siete". Además, señala que en las ejecuciones se despojaba a las víctimas de cuando tenían de valor, además de quedarse con muebles y enseres de otros ejecutados y vecinos.
"Un ejemplo repugnante en la cárcel de Figueres", añade Bertrán de Quintana. "Una noche se llevaron a tres republicanos que militaban en los partidos del Frente Popular. Uno de estos se resistió y fue asesinado en la misma puerta interior de la cárcel y después hallados sus cadáveres por mí, en fosas del cementerio de Empúries, cerca de L'Escala".
El relato del juez es estremecedor: "Ha habido asesinatos de mujeres, previa violación, y ceso de reseñar más miserias que me sonrojan, por lo crueles, por considerarlo ya inútil. Estos autores de tantos crímenes se tienen por unos perfectos antifascistas y lo peor es que han contagiado a sus oyentes. Téngase en cuenta que la mayoría de ellos no han ido a encontrar a los fascistas en el frente de batalla. Han sido muy valientes con los indefensos ciudadanos y con las mujeres".
Su incansable actividad entre abril y septiembre de 1937 le llevó a abrir 18 sumarios y a localizar 2.073 cadáveres, aunque en una conversación estimó que la cifra total de víctimas podía alcanzar las 12.000. Procesó a 175 personas, de los cuales envió a prisión a 128, dejó en libertad provisional a 15 y 32 no fueron localizados, según el recuento de Dueñas y Solé. Su intención era que sus casos fueron juzgados por el Tribunal de Espionaje y Alta Traición, profesionales y más duros, pero finalmente fueron encauzados a tribunales populares, que acabaron absolviendo al 94% de los acusados.
Como magistrado recibía denuncias de familiares, y en el archivo Trías consta una tarjeta comercial de una metalistería en la que unos familiares explican que a uno de los suyos lo han detenido y ha desaparecido. En La Vanguardia se pueden seguir sus trabajos. Así, en la página 2 de la edición del 10 de agosto de 1937 se explica que en su despacho se presentó un integrante de las patrullas de control, que declaró que con otras dos personas se dedicó a "robar y matar a personas que sabían de antemano eran poseedoras de bienes y dinero. Eran poseedores de un automóvil en el que llevaban a sus víctimas, las que, luego de ser expoliadas, eran muertas y enterradas en lugares solitarios. Sobre este particular aportó gran número de detalles".
Bertrán de Quintana fue finalmente relevado de los sumarios en diciembre de 1937, sobre todo por la presión de los anarquistas –que estaban en la CNT o en el Partido Sindicalista– y del PSUC. También se describen en otros relatos las ampollas que levantó en ERC, Estat Català o el POUM. En su informe a la logia refiere que se entrevistó con Ángel Pestaña (líder anarquista) y que éste le dijo: "O se da usted de baja del partido o se nos va la Agrupación de Gerona. Es más, yo creo que podría usted indicar a sus superiores que le eximieran de aquel territorio y así los de Girona no nos presentarán más conflictos".
Pero no lo hizo hasta que fue destituido.
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