Ejecuciones extrajudiciales, "desapariciones" |
La historia comienza en 1973, cuando los militares dieron el golpe de Estado en Uruguay. Sara Méndez, sindicalista de izquierda, huyó a la vecina Argentina, pero allí los uniformados tomaron el poder tres años después. El 13 de julio, Sara estaba en su apartamento de Buenos Aires con su recién nacido cuando irrumpió un grupo de militares de paisano. Allí mismo empezaron las torturas, que continuaron en el campo de concentración instalado en la fábrica Automotores Orletti, en el barrio porteño de Floresta. Su marido no estaba en casa y pudo escapar al extranjero.
"Me sacaron vendada y maniatada y no pude ver qué hicieron con mi hijo". Después de 10 días en el centro de tortura, fue trasladada a Uruguay, donde estuvo cuatro meses desaparecida. Fue procesada por asociación para delinquir y condenada a cuatro años y medio de prisión. "Me torturaron desde el primer día. En mi casa retumbaban los portazos y el ruido de cosas que iban rompiendo, pero no escuché el llanto de Simón en aquel momento, ni tampoco en Automotores Orletti".
Al salir de la cárcel, Sara empezó la búsqueda. La primera pista la dio la organización Abuelas de Plaza de Mayo. Habían localizado en Argentina a un niño pelirrojito. "Simón tenía una pelusa rojiza y era de piel clara cuando nació". Fue una falsa alarma. Una nueva información situó al bebé en Uruguay: Gerardo Vázquez tenía la piel clara y fue hallado abandonado. Sara habló con la familia falsa, que se negó a realizar las pruebas genéticas. El caso llegó hasta la Corte Suprema, que rechazó la última apelación.
"Todos los que conocíamos esta historia no teníamos ninguna duda de que aquel chico era Simón. Hasta que en marzo de 2000 el nuevo presidente uruguayo, Jorge Batlle, recibió dos confidencias de fuentes militares. Una permitió el hallazgo de la nuera del poeta argentino Juan Gelman, y la otra descartaba que el chico que nosotros habíamos localizado fuera mi hijo". Aquel mismo año, Gerardo, ya mayor de edad, aceptó hacerse la prueba de ADN y el resultado fue negativo. "Fue un golpe durísimo. Después de tantos años de esperanza, tenía que empezar nuevamente de cero'.
Sara inició una campaña de recolección de firmas en Uruguay y en Europa, donde recibió el apoyo de varios europarlamentarios. Los acontecimientos se precipitaron hace tres semanas cuando la llamó el senador uruguayo Rafael Michelini, hijo de una víctima de la dictadura argentina. Había localizado a una familia argentina que adoptó a un bebé abandonado a las puertas de una clínica y habló con el joven. "Cuando el chico conoció la historia de 25 años de búsqueda, aceptó hacerse la prueba". El primer encuentro entre madre e hijo fue una semana antes del resultado de los análisis. "Yo tenía mucho miedo, porque ya había vivido un fracaso después de estar muy convencida. Él estaba tranquilo y sereno. Me dijo que estaba seguro de que era el hijo que yo buscaba. Conocía la historia perfectamente. Cuando el 19 de marzo el juez me dio el resultado de la prueba llamé inmediatamente a Simón y me dijo: 'Ya sabía'".
Simón tiene novia, trabaja y estudia. Ha estado tres veces con Sara. "Hemos pedido al juez que se mantenga la reserva de su nombre, porque es muy importante que viva el proceso de asumir esta nueva realidad con total tranquilidad". Para Sara siempre será Simón, aunque esté inscrito con otro nombre.