Me
quedaba hablar de aquellos que fueron esclavos antes de que EE.UU. existiera.
Uno de mis temas ha sido siempre la mitología de este país,
abordar el cuento de hadas nacional sobre nuestros inicios. En los siglos
XVII y XVIII aquí vino gente de todos los lugares de Europa: suecos,
españoles, holandeses, franceses, ingleses... Quise hablar de un
tiempo en el que la esclavitud todavía no se había asociado
a una raza, la negra. (...) Los esclavos eran los parias, los más
pobres, miserables y desafortunados, blancos, indios y negros. Después,
el racismo se convirtió en ley y separó a los pobres blancos
de los pobres negros. Pero en el siglo XVII los esclavos negros y blancos
trabajaban juntos en las plantaciones de tabaco. La gran aportación
de EE.UU. es que, por intereses políticos y de los propios blancos
pobres, se estableció una jerarquía racial, plasmada en textos
legales, con el fin de proteger a los ricos pero a la vez para que hubiera
un tipo de pobres, los blancos, que miraran a otros pobres desde arriba.
(...) Es un momento histórico muy poco conocido, previo incluso
a la organización de las colonias. Había una recepción
constante de gente, un movimiento de población humana enorme, muchas
ciudades que cambiaban de nombre en función de la nacionalidad de
sus ocupantes, todo fluctuaba, había un aluvión de gente
venida de todo el planeta, atraída por los recursos naturales, por
el oro, por una naturaleza generosa. Y fue en esa época en la que
llegaron los domésticos blancos, tan esclavos como los negros. La
única diferencia es que podían fugarse y confundirse entre
la población, mientras que a los negros siempre los capturaban.