En la península ibérica, la esclavitud se justificó legalmente durante dos mil años, desde 200 a. C., en la Hispania romana, hasta el siglo XIX, en que se mantuvo en las últimas colonias españolas del Caribe y en el Brasil portugués. Un pasado que fue común a Europa.
"La esclavitud era un mal endémico que formó parte de las representaciones mentales y la práctica social en Europa, África y Asia durante siglos", señala la catedrática de Antropología Social de la Universidad de Granada Aurelia Martín Casares en su libro Esclavitud, mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos (Editorial Universidad de Granada). "En el caso español, la variedad de orígenes étnicos de las personas esclavizadas y su larguísima implantación en las leyes pone de manifiesto la relevancia de la esclavitud y su impacto económico y social".
"Fuimos víctimas y verdugos, nuestra historia, nuestra legislación y nuestra cultura están marcadas por la esclavitud, el mestizaje y el abolicionismo. Y, sin embargo, la historiografía ha pasado de puntillas sobre nuestro pasado esclavista, silenciando su magnitud y ocultando su legado", subraya Martín Casares.
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En su origen, la esclavitud tuvo amparo legal, al interpretarse como una forma de conservar la vida para los prisioneros de una guerra justa, una guerra contra un enemigo extranjero e infiel.
En este sentido, la catedrática Aurelia Martín Casares relata en su libro que la esclavitud comenzó siendo "blanca" en la península, debido a la esclavización de los pueblos íberos por los romanos en tiempos de la Bética, y que siguió siendo blanca durante la época medieval. "Numerosos europeos y europeas del este y el centro de continente (rusos, circasianos, tártaros, albanos, búlgaros, bosnios...) fueron capturados en guerras contra las poblaciones del área de mar Negro y de los Balcanes y posteriormente vendidos como esclavos y esclavas en Europa occidental y en los reinos hispano-cristianos", detalla.
El recorrido que Martín Casares hace de la historia de la esclavitud en el mundo hispánico continúa por la entrada en Iberia de los musulmanes en el año 711, momento en el que musulmanes y cristianos fueron esclavizados constantemente tanto en la costa como en el interior. "En la época de Al-Ándalus, las poblaciones cristianas fueron esclavizadas conforme los conquistadores árabo-bereberes avanzaban hacia el norte. Es más, los cautivos cristianos trabajaron en la construcción de algunas partes de la Alhambra, como la torre de Picos. Y en los siglos posteriores a la toma de Granada (1492), numerosos españoles y españolas fueron apresados y vendidos como esclavos en Argel, Orán y demás puertos magrebíes. De todos es conocido el cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel entre 1575 y 1580", explica.
La península ibérica se convirtió en un enclave geográfico privilegiado para el tráfico esclavista entre Europa, África y América a partir del siglo XVI. Fue a consecuencia de la apertura de la ruta atlántica hacia el nuevo mundo y de la llegada de personas esclavizadas de origen subsahariano a España, especialmente a Sevilla y Cádiz, pero también a Valencia, Barcelona, Cartagena o Madrid.
Martín Casares escribe que, "además de esclavos y esclavas guineanos a España, también se vendieron guanches, berberiscos, algunos indígenas (a pesar de la prohibición expresa de esclavizar 'indios') e incluso hindúes de las 'Indias de Portugal' y nativos de las Filipinas".
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La búsqueda del amparo legal de la esclavitud, siguiendo el recorrido trazado por Martín Casares, nos lleva hasta el Liber Iudiciorum, corpus jurídico promulgado por el rey Recesvinto en el siglo VII, en el que se contemplaban tres tipos de esclavos: de la Corona, de la Iglesia y de particulares.
En la España musulmana, desde la entrada de los norteafricanos en la península ibérica en 711 y durante la época de Al-Ándalus, se aplicó la sharía, la ley islámica que regulaba la esclavitud de los cristianos españoles y de los animistas negroafricanos, que llegaban a la península ibérica a través de la milenaria trata transahariana. Ambos formaban el grueso de la población esclava en la España musulmana.
En la España cristiana medieval, y, más concretamente, en el siglo XIII, la esclavitud se codificó en las Siete Partidas, corpus legislativo que mandó elaborar Alfonso X el Sabio y que establecía tres formas legales de convertirse en esclavo: la guerra, el nacimiento (los nacidos de madres esclavas) y venderse a sí mismo.
Del siglo XIII al XIX se dictaron numerosos decretos y leyes para regular diversos aspectos según el contexto histórico. En ellos se tratan numerosos asuntos, como los ingresos fiscales de la esclavitud para la Corona, la fijación de los precios de los esclavos y esclavas en América, la evolución de las tasas esclavistas, etc.
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La Constitución de 1812, "la Pepa", mantuvo la legitimidad de la esclavitud, dejando a los esclavos y esclavas al margen de la españolidad.
Pero en nuestro pasado jurídico también encontramos leyes contra la esclavitud. En el caso de los indígenas americanos, gozaron legalmente de libertad desde que la reina Isabel la Católica lo mencionó expresamente en su testamento de 1505, tras lo cual se sucedieron varios decretos abolicionistas.
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"La reiteración de este tipo de decretos prohibiendo la esclavitud de los amerindios indica que la práctica social no siempre iba en paralelo a la legislación y, por tanto, que los españoles esclavizaron indígenas contra toda ley", afirma Aurelia Martín Casares. Y agrega: "En todo caso, también pone de manifiesto que la Corona llevó a cabo un cierto seguimiento de la esclavitud de los indígenas y puso empeño en liberarlos, algo que apenas ocurrió con los africanos, ya fuesen árabes y bereberes del norte o subsaharianos".
¿En qué momento el color de la piel se asocia a la esclavitud? Ana María Martínez de Sánchez, profesora de las universidades argentinas Nacional de Córdoba y del Salvador, asegura en el volumen Esclavitud, mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos que la adscripción al color se dio especialmente en América, "al convertirse en un lucrativo negocio la trata de negros transportados desde África con el fin de suplir la mano de obra indígena, a la que se acordó proteger o, por lo menos, que no fuera destinada para las labores más duras, entre otros motivos porque se verificaba una resistencia física menor y porque fueron considerados vasallos de la Corona, con derechos propios".
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