Capítulo III - Los náufragosEl capitán Hull no ignoraba que la trata de negros se hace aún a gran escala en la mayor parte de África. Muchos barcos cargados de esclavos salen todos los años de Angola y de Mozambique. No obstante, aquellos parajes no eran frecuentados por los negreros y esta circunstancia le hizo pensar si los negros que acababa de salvar no serían los supervivientes de una partida de esclavos. De cualquier forma, aquellos negros serían libres por el solo hecho de haber puesto los pies en la Pilgrim.
Capítulo XVI - Un continente equivocado
La situación era espantosa. Se encontraban en el continente de la trata de negros, ese tráfico abominable, practicado durante mucho tiempo en provecho de las naciones europeas que poseían colonias en ultramar.
Si bien es cierto que en todo el mundo esa práctica a la sazón estaba ya condenada, sin embargo, la trata de negros continuaba y eran muchos los buques que surcaban los mares con su cargamento de ébano, a pesar de que los que aún se dedicaban a ese negocio eran considerados como piratas y como tales, si eran cogidos, condenados a la pena de muerte y perseguidos sin descanso.
No obstante, en el interior de África, tribus enteras aún son reducidas a la esclavitud después de sangrientas luchas.
La cifra de los dominados es muy considerable, a pesar de la vigilancia que efectúan los cruceros ingleses y franceses, que sólo pueden impedir ese tráfico en una parte muy limitada, debido a la enorme extensión de las costas del continente africano.
El espectáculo de los poblados incendiados, de los indígenas asesinados y de la desolación, no pueden describirse. Los pueblos, pasto de las llamas, quedan sin habitantes, los campos son devastados y quedan desiertos, las fieras invaden el país y los ríos arrastran los cadáveres después de tan espantosas carnicerías.
Es tan enorme la desfiguración de los lugares, que se da el caso de que el gran viajero Livingstone no reconoció, al día siguiente de una de tales carnicerías, una provincia que había visitado algunos meses antes.
Y no fue sólo este hombre quien hizo constar estos detalles. También Garrieron, Stanley, Speke, Burton y Grant hablan de idéntica manera de la llanura selvática del África central, principal teatro de esas acciones. Tal era el estado actual de la trata de negros, con todas sus inquietudes y sus terrores. Por eso no es de extrañar que Dick Sand hubiese sentido un escalofrío al constatar que se encontraban en el África ecuatorial, aquel vasto continente de los tratantes y los esclavos.
Por el cerebro del joven grumete cruzaron infinidad de nombres de la geografía africana, y después de meditar la ruta que había podido seguir el barco, tuvo la certeza de que se hallaban en la terrible Angola, aquella vasta colonia portuguesa que cruzan las caravanas de esclavos bajo el látigo de los conductores.
Capítulo XVII - Malvadas maquinaciones
Aquellos dos picaros hablaban sin reparo de aquellas cosas, como si fuesen unos honrados negociantes discutiendo una crisis comercial momentánea. ¿Qué diferencia podía haber para ellos tratar de sacos de café o de azúcar, o hablar de seres humanos como mercancía? Los tratantes de negros no tienen sentimiento alguno de lo justo o lo injusto.
Capítulo XXI - La caravana de esclavos
Allí, estaba oculta toda una caravana que acababa de hacer alto. Era un numeroso conjunto de indígenas capturados por los agentes del tratante Alvez, que se dirigía hacia el mercado de Kazonndé. Una caravana de esclavos que serían enviados a los barracones del litoral, hacia la región de los grandes lagos, para ser distribuidos en las factorías de Zanzíbar o en el alto Egipto. Dick Sand y sus amigos fueron tratados como esclavos.
A los negros, aunque no pertenecían a la raza africana, se les dio el trato de los cautivos indígenas, sujetándolos por la garganta de dos en dos por medio de una pértiga ahorquillada en ambos extremos y cerrada por una barra de hierro. Sujetos así se veían obligados a caminar en línea uno detrás de otro, sin poder aparatarse ni a derecha ni a izquierda. Y por si eso fuera poco, una pesada cadena los unía por la cintura. Sólo les quedaban libres los brazos para llevar la carga, y los pies para caminar.
Capítulo XXIII - Kazonnde
El 26 de mayo la caravana llegó a Kazonndé, y a pesar de que la mitad de los cautivos había caído en la larga caminata, el negocio todavía era bueno para los tratantes.
Capítulo XXIV - La muerte de un rey
El 28 de mayo, dos días después, se abrió el mercado donde los tratantes de las principales factorías del interior y los indígenas de las provincias limítrofes con Angola se reunían para llevar a cabo sus transacciones.
Aquel mercado no se efectuaba sólo para la venta de esclavos, sino que en el mismo se comerciaba con todos los productos de la fértil África. La animación era muy grande y todo hacía suponer que se llevarían a cabo buenos negocios.
Pronto aparecieron unos dos mil negros de todas las edades, que debido al descanso y a una mejor alimentación, ofrecían un mejor aspecto, y estaban en condiciones de figurar de un modo ventajoso en las ofertas.
Alvez sabía que los recién llegados no podían compararse en aspecto con los que desde hacía tiempo guardaba en los barracones, pero las demandas procedentes de la costa oriental le decidieron a exponerlos tal y como estaban.