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Las víctimas eran golpeadas regularmente y algunas llevaban más de siete años trabajando sin cobrar, según las informaciones. Entre los liberados, hay ciegos y mudos. Otros, tras ser rescatados, fueron incapaces de explicar de dónde eran. La policía, que actuó gracias a un soplo, aseguró que algunos de los obreros sufren problemas mentales tan graves que no han podido aclarar su identidad. "Algunos de ellos ni siquiera pueden decir una frase entera, y no actúan como gente normal", afirmó Liu Weiming, subdirector de propaganda en Zhumadian, donde fueron rescatados 17 de los obreros, según el periódico en inglés China Daily. Un portavoz en Dengfeng, donde fueron liberados otros cinco, dijo que la policía había tenido allí los mismos problemas.
Los trabajadores fueron secuestrados o engañados en la calle y estaciones ferroviarias para sacarlos de sus pueblos, y luego fueron vendidos a los encargados de las fábricas por una cifra que oscila entre 300 y 500 yuanes (33 y 55 euros), según la cadena de televisión de Zhengzhou (capital de Henan) que ha revelado el escándalo. La policía ha detenido a ocho personas, entre ellas, algunos de quienes reclutaban la mano de obra esclava y un capataz acusado de azotar a los obreros, que solo tiene 14 años.
Bai Shasha, de 23 años, un trabajador con minusvalía mental de la ciudad de Luoyang (Henan) rescatado por la policía en julio contó a la cadena que varias personas con navajas lo secuestraron en marzo pasado y después lo llevaron a la fábrica, donde le pegaban regularmente con látigos y ladrillos. Los obreros eran obligados a trabajar todo el día sin descanso y por la noche dormían apretujados en locales malolientes, según las informaciones.
No es la primera vez que es descubierta mano de obra esclava en Henan, una de las provincias más pobres de China. En 2007, fueron encontradas miles de personas que trabajaban sin cobrar en hornos de ladrillos en esta provincia y la vecina Shanxi. Recibían frecuentes palizas y apenas eran alimentadas. Los dueños de las fábricas operaban en algunos casos con la connivencia de las autoridades locales y la policía, lo cual explica que el escándalo no trascendiera antes. El hilo que desenrolló el ovillo fue la desesperada búsqueda de un adolescente por parte de su padre.
Después de
aquello, las autoridades se comprometieron a erradicar la práctica,
pero han continuado surgiendo ocasionalmente otros casos de esclavitud,
debido, en parte, a la fuerte demanda de materiales de construcción
creada por el boom inmobiliario que vive China. En diciembre del año
pasado, las autoridades cerraron una fábrica en la región
occidental de Xinjiang, en la que 11 obreros -la mayoría de ellos
con dificultades mentales- vivían esclavizados desde hacía
años. El mismo mes, Zeng Lingquan, miembro de la Conferencia Consultiva
Política -órgano asesor del Parlamento chino-, y su esposa,
Li Shuqiong, fueron detenidos por vender al menos 130 personas con minusvalías
mentales a responsables de explotaciones mineras, fábricas químicas
y obras de construcción.