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Según los historiadores, la esclavitud moderna se inicia con el descubrimiento de América, un negocio próspero manejado por los ingleses, españoles, portugueses y holandeses. Nunca se sabrá a ciencia cierta cuántos esclavos fueron capturados, raptados, transportados, comprados, vendidos y forzados a realizar actividades contra su voluntad. Se tienen datos estimativos, como el estudio de Herbert Klein, que calcula entre 15 a 20 millones de esclavos.
Los esclavos que llegaron a América Latina entre 1533 y 1640 provenían de Senegal, Guinea, Gambia, Cabo Verde, Sierra Leona, Congo y Angola. Entre 1640 y 1740 se comercializó con personas provenientes de Benín. En los registros de puertos de embarque del siglo XVII se encuentra la presencia de mozambiqueños.
Las continuas contradicciones entre ser una nación independiente y tener en su territorio a seres humanos esclavizados dio pie a que innumerables críticas de filósofos como Voltaire, Montesquieu, Rousseau y políticos como Benjamin Franklin consideraran la esclavitud contraria a la igualdad de los hombres.
La abolición de la esclavitud hace 150 años en América Latina nos llevaría a pensar que estamos hablando de una problemática ya superada, pero la realidad nos muestra que estamos equivocados.
El fenómeno de la trata de personas en América Latina, especialmente de mujeres y niñas, nos remonta a la época de la conquista. Cuando españoles, ingleses y portugueses llegaron al continente, las mujeres indígenas formaban parte del "botín de guerra", siendo exhibidas como un triunfo militar.
En la época de la colonia se establecen en varios países latinoamericanos las primeras zonas de comercio de seres humanos, que eran vendidos y comprados como fuerza de trabajo para tareas en la agricultura, la mi-nería y labores domésticas, entre otros.La trata de esclavos, como se denominó a ese periodo de la historia, fue abolida por innumerables leyes. En el año 1812 los voceros de las colonias españolas decían: "Es egoísmo criminal pretender para nosotros la libertad e independencia de España si no la queremos dar a nuestros esclavos". En 1852 Colombia fue uno de los primeros países latinoamericanos que expidió una ley para la liberación de la esclavitud, permitiendo que cualquier esclavo que llegara a su territorio quedara libre.
Otros países latinoamericanos se sumaron a esta iniciativa. Pero los esfuerzos por crear leyes para suprimir la esclavitud se contradicen en la práctica. En el caso de América Latina, se trató de la supresión de una forma de esclavitud, porque muchas prácticas esclavistas siguen existiendo, otras han cambiado de forma y, desafortunadamente, se han incorporado nuevas modalidades de esclavitud, tanto dentro del territorio latinoamericano como de sus ciudadanos latinos en el exterior.
En el ámbito internacional, la trata de personas es considerada una violación de los derechos humanos y un delito de lesa humanidad. Según un informe elaborado por los equipos de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de Drogas y la Prevención del Crimen (Undcp), la trata de personas es la tercera actividad más lucrativa, después del tráfico de armas y el de drogas.
En un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones se calcula que la trata de mujeres mueve en Europa 7.000 millones de dólares anuales. En 1996, la comisaria de Migraciones para la Unión Europea, Anna Gradin, informó que existían aproximadamente medio millón de mujeres "traficadas". Otras entidades internacionales calculan que el tráfico afecta a siete millones de personas en todo el mundo, mientras que diversas ONG estiman en 250 millones el número de esclavos, especialmente mujeres y niñas.
Las personas son esclavizadas en fábricas, elaboración de textiles, ladrilleras, minas, canteras, plantaciones, servicio doméstico, matrimonios serviles, embarazos forzados, servidumbre, para la explotación sexual, y se han conocido casos de niños que son utilizados como soldados en la guerra.
Los países de América Latina con un alto índice de esclavitud son: Colombia, Brasil, República Domini-cana, Haití, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Bolivia, Ecuador y Perú. Esto no quiere decir que en los demás países del continente no exista, sino que son los lugares de donde proceden la mayoría de los esclavos actuales.
La trata de personas en América Latina se presenta en el ámbito interno de cada país, entre los países de la región y a escala internacional, es decir, de un continente a otro. Los países de destino en Europa son: Alemania, España, Suiza, Austria, Italia, Holanda, Francia, etcétera. En Europa del Este: República Checa, Polonia y Rusia. En Asia: Japón, Hong Kong, Singapur, Taiwan y Tailandia. Se han encontrado casos en Israel y Estados Unidos.
Entre las muchas causas que facilitan la trata de personas encontramos la falta de educación, las distintas formas de violencia y:
-Situación económica. El desempleo, la inflación, la desigualdad social y la globalización de la economía son algunas causas estructurales que influyen en la existencia de la trata. En la Conferencia Internacional del Trabajo se denunció que el 16% de los trabajadores en el mundo no gana lo suficiente y no supera el umbral de la pobreza, que está fijado en un dólar por persona y por día, según los últimos informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
-Existe en otros países una demanda de personas para ser explotadas, debido a la falta de mano de obra en algunos sectores de la economía, ya sea formal o informal. Los estereotipos existentes sobre determinada cultura, raza, nacionalidad, etcétera, facilitan la venta y compra de los seres humanos en el mercado interno, regional y mundial.
-Redes de traficantes, según diferentes informes, que se corresponde con el lugar de procedencia de la mayoría de las víctimas de la trata. Ello hace pensar que las redes operan en zonas específicas de la región. A comienzos de los años setenta las redes europeas de traficantes de personas se instalaron en la República Dominicana, Colombia y Brasil, y posteriormente fueron ampliando sus operaciones a Honduras, Panamá, Costa Rica, Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina y Chile. En pocos años se gestó la mezcla de las organizaciones criminales entre latinos y extranjeros.
En los años ochenta se empieza a notar en Colombia la presencia de miembros de la mafia japonesa Yakuza. En la actualidad se han expandido a Centroamérica, Bolivia y Brasil. Según el informe contra el crimen organizado, estas actividades aumentaron en América Latina porque existen "una amplia brecha entre pobres y ricos, y gobiernos débiles con sistemas judiciales frágiles y tradicionales que toleran la corrupción".
Los esfuerzos hechos por la comunidad internacional, las actividades emprendidas para prevenir y asistir a las víctimas de la trata tanto en los países de origen como en los de destino, lo mismo que la lucha de las organizaciones no gubernamentales y los activistas de derechos humanos para proteger y reivindicar los derechos, no son tarea fácil.
Pero sabemos que la cooperación internacional, la lucha conjunta contra este delito y el respeto a los derechos humanos serán la única herramienta eficaz para contrarrestar las formas contemporáneas de esclavitud y superar el paradigma: "Cuando fui su esclavo, era libre y hoy, ya libre, soy su esclavo".