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Es el quinto de 15 hermanos de una familia que, en plena transición, decidió educar a sus hijos en casa. Pau Boada (Barcelona, 1979) nunca pisó el cole y hoy es un respetable operario de la brigada municipal de mantenimiento de Piera, involucrado en asociaciones mil. Junto a su compañera, Montse, educa a sus tres hijos en casa.-Treinta años atrás, no pisar el cole era una rareza.
-Mis padres querían educarnos con unos valores que no eran los que fomentaba entonces la escuela convencional: el respeto, la responsabilidad, la no violencia.-¿Eran militantes de algún tipo?
-No. Era gente de izquierdas. Estudiaron en colegios religiosos, pero su decisión no fue una reacción en contra de eso. Alguien le habló a mi padre de la educación en casa.-¿Guarda usted un buen recuerdo?
-Muy bueno. Al ser 15 hermanos, era como una pequeña escuela. Eso sí, mis padres eran muy estrictos. Teníamos que hacer todos los ejercicios de todas las lecciones. Si no los acabábamos, había que hacerlo el fin de semana. Cada uno iba trabajando su libro y cuando no entendías algo, siempre había un hermano mayor que te ayudaba. Además, la vida diaria también nos enseñaba. Todos teníamos turnos de trabajo doméstico.-¿Nunca deseó ir a la escuela?
-De pequeño lo vives todo de manera natural. No echaba nada de menos. Eso lo empiezas a pensar cuando estrenas la adolescencia.-¿Tenía contacto con otros niños?
-Con primos y con los hijos de amigos de la familia. Mis padres no nos apuntaban a extraescolares.-Claro. Demasiado gasto...
-Evitaban llevarnos a sitios donde pudieran preguntarnos a qué escuela íbamos. Educar en casa no era legal ni ilegal, pero tenían miedo de que vinieran a buscarnos. Era un secreto que no se decía hasta que no eras muy amigo de alguien. Pero un día vinieron de los servicios sociales a decirles que nos tenían que escolarizar.-¿Alguien se chivó?
-Imagino que algún vecino debió de denunciar el caso. Circunstancialmente, nos mudamos a Piera y los pequeños fueron seis años a la escuela municipal. Pero, a pesar de que mis padres se implicaron mucho en la ampa para cambiar lo que no les gustaba, acabaron sacándolos.-¿Y qué pasa cuando sales al mundo real?
-A los 16 años, tras sacarme el graduado escolar, fui al instituto a hacer FP de carpintería. Antes de ir sentía respeto, porque no sabía qué me iba a encontrar. Pero miré cómo se hacían las cosas y tampoco me pareció tan excepcional. Con estar atento a una sola clase, lo podías hacer todo.-Me refería al choque emocional.
-La verdad es que llegué al instituto con mucha autoestima. Y en seguida me las ingenié para crear estrategias. Pasaba los apuntes a cambio de otras cosas. Nunca me sentí discriminado por haber sido educado en casa.-Así, ¿ninguna objeción al método?
-La única objeción es haber estado aislado por miedo al juicio de los otros. Pero ahora es distinto. Existe una coordinadora con 60 familias que hacen educación en casa, con las que te puedes relacionar.-Usted ha optado por seguir la tradición familiar.
-A Montse y a mí nos pareció la mejor opción, porque esto es cuestión de dos, ¿eh? Creemos que cuando más tiempo pasen los hijos con la madre en la infancia, más seguros crecerán. Continuamente hacemos cursos del método Montessori y leemos todo tipo de materiales pedagógicos para aprender a enseñar. Intentamos darles las herramientas suficientes para que, cuando salgan fuera, puedan ser lo que quieran. Y a diferencia de mí, mis hijos hacen baloncesto, teatro y música fuera de casa.-¿Es la gran diferencia respecto a sus padres?
-La gran diferencia es que mientras mis padres lo hicieron, básicamente, porque querían darnos unos valores, para nosotros la razón fundamental es la metodología. Intentamos respetar el ritmo y las necesidades de los niños, sin cortar su curiosidad innata. Eso en la escuela es difícil de cumplir por los ratios por profesor.-Pero siguen estando en una burbujita.
-No lo veo así. Sin querer, los niños ven cada día mil estilos de vida diferentes. Cuando te preguntan por qué los demás hacen las cosas de otro modo, tú se lo explicas.-Ahí afuera hay hoy una feroz competitividad...
-En casa, los pequeños espabilan para ser como los mayores, mientras que si se relacionan con niños de su misma edad... Estarán preparados.