Educación y derechos humanos |
El que fuera secretario general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, acuñó la expresión cultura de paz para referirse a una nueva forma de entender el mundo en que vivimos que, tomando como base la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se caracterice por el respeto a la vida y a la dignidad de cada persona, el rechazo a la violencia en todas sus formas, la defensa de un conjunto de valores como la libertad, el respeto, la comunicación o el diálogo y el rechazo activo de otros como la injusticia, la intolerancia, el racismo o el fanatismo, la apuesta por la diversidad cultural y el interculturalismo como medio de enriquecimiento común, el deseo de un desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta y, en definitiva, la búsqueda colectiva de un modo de vivir y de relacionarse que contribuya a construir un mundo más justo y solidario en beneficio de toda la humanidad.La respuesta educativa a las concepciones filosóficas de la cultura de paz es lo que se ha venido a denominar educación para la paz. Podemos definir la educación para la paz como el proceso continuo de concienciación de la persona y de la sociedad, que, partiendo de la concepción positiva de la paz y del tratamiento creativo del conflicto, tiende a desarrollar un nuevo tipo de cultura, la cultura de paz, caracterizada por una triple armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente en el que se desenvuelve. De esta definición se deduce la necesidad de actuar sobre tres ámbitos interrelacionados: el ámbito personal, el ámbito social y el ámbito ambiental.