Educación y derechos humanos |
Confianza y respeto social
En la educación preescolar y en los primeros años de escuela primaria, la enseñanza de los derechos humanos debe tratar de fomentar sentimientos de confianza y respeto hacia sí mismo y hacia los demás. En efecto, esos sentimientos constituyen la base de toda la cultura de los derechos humanos. De ahí que la "dimensión pedagógica" del profesor sea fundamental.
El enfoque basado en el apoyo permanente dará sentido a cada actividad, tenga o no relación con la enseñanza de los derechos humanos.
Los cuentos son extremadamente útiles. Los niños captan su contenido y su moraleja y los recuerdan vivamente cuando los asocian a un personaje predilecto de un cuento bien narrado.
Esos cuentos pueden proceder de la literatura infantil, pero también de relatos de los padres y abuelos e incluso ser fruto de la propia imaginación.
Si se dispone de recursos, conviene tener en el aula una biblioteca. Al seleccionar los libros, hay que buscar ediciones atractivas de cuentos en que tanto mujeres como hombres desempeñen papeles multiculturales, activos y no estereotipados. Al leer en clase un texto o mostrar libros ilustrados, se deben resaltar los aspectos positivos que contienen.
Cuando se disponga de recursos, los alumnos pueden participar en ejercicios culinarios, de carpintería o de cultivos en macetas. Esos ejercicios se pueden realizar también como juegos de imaginación. En todas las actividades deben participar niños y niñas. Si surgen desacuerdos sobre este particular, tal vez haya que establecer reglas para resolver la situación y acabar con la conducta discriminatoria. Las reglas se hacen innecesarias al aplicarse regularmente.
La igualdad puede mejorarse también cambiando la disposición del aula o la distribución de los alumnos en ésta. Es importante evitar que se formen grupos de niños en que se hagan aún más patentes las diferencias evidentes. Se debe tratar de facilitar las relaciones de amistad entre los alumnos, así como el reconocimiento de que las diferencias son aceptables y naturales.Solución de conflictos
Los conflictos son un fenómeno corriente, por lo que los profesores han de elaborar una estrategia coherente para resolverlos. Es indispensable que el profesor mantenga en todo momento una actitud abierta para debatir el conflicto. Se debe insistir en la idea de que todo problema puede resolverse. Sin embargo, conviene que los niños reflexionen sobre el problema a fin de encontrar la solución. A continuación se indica un enfoque más sistemático de la solución de problemas:1. Descubrir un problema y reconocer su existencia. Detener toda actividad física o verbal e invitar a los niños afectados por el problema a que analicen su conducta respectiva.En caso de discriminación
2. Obtener una descripción de lo sucedido. Preguntar a los protagonistas y a los testigos qué ha ocurrido. Hacer que cada uno hable por turno, sin interrupciones.
Un gesto de aliento o una caricia, también pueden aliviar los sentimientos de enfado o de culpa. Sin embargo, es fundamental que el profesor mantenga en todo momento una actitud neutral.
3. Explorar distintas soluciones. Preguntar a los protagonistas de la situación cómo se puede resolver el problema. Si los niños no encuentran solución, el profesor puede ofrecer algunas ideas.
4. Explicar las razones de esas soluciones. Señalar que, a menudo, puede haber más de una solución justa. Alentar a los niños a que piensen en las consecuencias físicas y emocionales de estas soluciones y recordarles experiencias previas análogas.
5. Determinar un procedimiento. Tratar de poner a los interesados de acuerdo sobre una de las soluciones propuestas.
6. Aplicar la solución.
En los casos de comportamiento discriminatorio, tal vez no sea fácil encontrar soluciones.
Normalmente, ni el niño ofendido ni el ofensor tienen una comprensión clara de lo que significa la discriminación. En esta situación, la actuación del profesor es especialmente importante.
Es aconsejable que los profesores empiecen por criticar firmemente el comportamiento discriminatorio y dejar sentado que es absolutamente inaceptable. Pueden dar claro apoyo al niño ofendido sin criticarlo por mostrar enfado, miedo o confusión, o actuar con firmeza pero cariñosamente con el niño autor del comportamiento discriminatorio. Los profesores deben ayudar a los niños víctimas de la situación a comprender que las reacciones negativas a su sexo, aspecto, discapacidad, forma de hablar, raza, etc. se deben a prejuicios inaceptables; deben también examinar el problema planteado con los protagonistas de la situación y los testigos.
También deben discutir esos incidentes con los padres, el personal docente y los miembros de la sociedad local.
El procedimiento descrito puede utilizarse a todos los niveles escolares, así como en situaciones críticas que se produzcan fuera del medio escolar. Puede aplicarse a todo tipo de conducta discriminatoria. En lo posible, se debe hacer notar, hacer comprender e incluso apreciar en todo momento la diversidad étnica de la clase. Debe recordarse que el racismo y el sexismo suelen aparecer en los niños a una edad muy temprana, por lo que este método puede ofrecer una solución. Por su parte, los profesores deben ser conscientes de que ellos pueden también albergar actitudes discriminatorias, por lo cual procurarán identificarlas y superarlas.
Asimismo, debe procurarse que la clase y la escuela ofrezcan acceso fácil y acojan favorablemente a los niños discapacitados.