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La solidaridad de los españoles consigue que se mantenga abierto un centro que atiende a miles de personas en el país africano
El hospital de Ebomé, en las cercanías de la ciudad camerunesa de Kribi, se ha salvado. Las aportaciones económicas recogidas por la ONG Lanzarote Help, fundada por el doctor canario Ricardo Cortés, ha permitido que el centro sanitario, que estaba a punto de cerrar sus puertas por falta de fondos, dejando sin atención sanitaria a miles de familias en uno de los países más pobres del planeta, siga abierto.En menos de un mes y medio, a raíz de un llamamiento realizado por el doctor Ricardo Cortés desde las páginas de EL MUNDO, ha logrado recaudar, de donantes particulares, más de 80.000 euros, que permitirán no sólo continuar con este servicio en mejores condiciones, sino poner en marcha nuevas iniciativas.
El hospital de Ebomé se abrió hace un año en la costa sur de Camerún para suplir la falta de atención médica que había en la zona. Cortés, cirujano plástico en su tierra, invirtió buena parte de sus ahorros en montar las sencillas instalaciones en las que, durante este año, ha operado a más de 500 pacientes y atendido a 6.000 enfermos. Pero pronto se le vació la cuenta corriente, en un momento en el que el centro precisaba reformas urgentes para seguir funcionando.
Numerosas mejoras
La generosa respuesta de los donantes ha permitido que en noviembre pasado se pudieran solventar los problemas más urgentes y construir las cocinas, una lavandería, corredores para que los pacientes y sus familias puedan refugiarse cuando llueve, y lo hace torrencialmente, y también un modesto edificio para la farmacia y el laboratorio. Además, un gran contenedor, en el que viajó hasta Ebomé parte del material quirúrgico, ha sido transformado en servicio de urgencias. Y lo que es mejor: parte del dinero se va a destinar a construir otro edificio con camas (ahora sólo hay 23), una maternidad, un servicio de pediatría y salas en las que formar a médicos cirujanos cameruneses para que, en 10 años, sean responsables del centro.
Ricardo Cortés está eufórico. «No imaginaba esta respuesta. Ese dinero va a sernos muy útil. Aquí todo lo que llegue nos va a venir muy bien porque las necesidades en la zona son muchas. Además, los jefes de las aldeas cercanas se han constituido en ONG para ser nuestra contraparte y ayudarnos con las autoridades para que el hospital siga mejorando. Mi objetivo es que un día sea sostenible y pueda ser gestionado por ellos», afirma.
Existe también la posibilidad, a través de la Fundación Comitas, de que se instale un servicio de telemedicina, vía satélite, lo que le permitiría seguir los casos de los pacientes más graves cuando se encuentre en Lanzarote. La escasez de personal especializado (hasta ahora él es el único médico y cirujano) mejorará con la próxima llegada de una colega mexicana, que pasará en Ebomé un año, pero aún es insuficiente para cubrir una plantilla mínima.
Sin embargo, ahora que el hospital comienza a salir adelante, Ricardo Cortés se ha topado con otras necesidades no menos acuciantes. A través de una conocida pudo visitar, el mes pasado, el orfanato Rhema en que malviven 70 huérfanos, la mayoría del sida, de entre ocho meses y 18 años. La casa sin equipamiento, sin agua, sin luz, se ha matenido abierta en Limbé, una ciudad pesquera a unos 170 kilómetros de Ebomé, gracias a la ayuda de un ciudadano norteamericano. Pero su situación, según el relato del médico canario, es extrema. «El agua, sucia, la cogen de un río cercano. Cuando les visité sólo tenían medio cubo de setas para comer entre todos. Algunos niños están desnutridos, con sarna, también había casos de paludismo. En total tienen cuatro camas, así que muchos duermen en el suelo. Es una situación miserable, insostenible», asegura Cortés.
Ante este panorama, decidió que Lanzarote Help debía hacer algo. Para empezar, un pozo del que pudieran sacar agua potable. También considera imprescindible colocar unas placas solares que permitan la iluminación nocturna y unos váteres y duchas que sustituyan el único agujero que hoy tienen disponible. Si, además, se logra que cada pequeño tenga una litera para dormir y comida diaria y se garantiza que asisten al colegio (público, pero con un coste económico), el cambio será espectacular. «Una voluntaria catalana se ha ofrecido a coordinar el orfanato y un equipo, desde el hospital, les visitará cada 15 días para controlar la situación sanitaria, que ahora es un caos», asegura Cortés.
Dispensario para pigmeos
El tercer gran proyecto en el que, casi sin darse cuenta, se ha visto involucrado, es la creación de un dispensario para los pigmeos, que viven en la selva, en la ribera del río Lobé, no lejos de Ebomé. «Desgraciadamente, cada vez son más los que se sedentarizan y van perdiendo su medicina tradicional, entre otras cosas porque con la deforestación desaparecen muchas de las hierbas que utilizaban sus antepasados, a la vez que surgen nuevos problemas de salud porque les escasea la comida», explica el cirujano.
Su primer contacto con ellos fue a raíz de la operación de una hernia a un miembro de esta etnia, una de las pocas de la Tierra que sigue siendo cazadora y recolectora. «Al poco tiempo, el jefe pigmeo vino a pedirme si podía hacer un dispensario para ellos, porque muchos estaban muriendo».
Con las dos enfermeras españolas que trabajan en Ebomé, Cortés cogió una canoa y subió el río Lobé arriba para hacer un primer reconocimiento médico. «Mi objetivo es enseñar a algún joven una atención sanitaria básica y montar río arriba una pequeña consulta desde donde nos remita los casos graves», afirma.
Camerún ocupa el puesto 148 en el índice de desarrollo humano de la ONU, pero curiosamente reembolsó, en 2005, más dinero a España por créditos FAD que lo que recibió de ayuda al desarrollo, según Intermón.