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Frente al sistema educativo tradicional, son ya muchas las familias que, por motivos ideológicos, pedagógicos, lingüísticos o religiosos, optan por educar a sus hijos en casa. Un modelo de formación al margen de las aulas, bautizado en el mundo anglosajón como «homeschooling», que se extiende cada vez más por nuestro país. Con dos años, el hijo de Azucena Caballero, una licenciada en Filosofía y en Historia, mostraba una gran curiosidad por aprender y era muy creativo. Una actitud que cambió cuando entró en el colegio a los cuatro años: «El niño se volvió apático, volvía del colegio cansado, no mostraba interés por nada y no quería coger un lápiz».Ante esta situación, Azucena y su marido lo sacaron de la escuela y decidieron educarlo en casa. «Nos dimos cuenta que el colegio resultaba un impedimento para el tipo de formación integral, rica y plural que deseábamos para él». Caballero tiene ahora dos hijos -«están escolarizados a distancia en un centro de Estados Unidos, pero nunca han ido al colegio»- y es vicepresidenta de la Asociación para la libre Educación (ALE), que reúne a unas 400 familias de toda España.
De acuerdo con sus cálculos, extraídos a través de las distintas agrupaciones y redes de apoyo al «homeschooling», alrededor de 4.000 niños son instruidos en el hogar. «Creemos que la cifra es superior, pues hay muchas familias extranjeras que ya lo hacían antes de llegar aquí y no lo dicen, y otras que lo esconden por temor». Entre los socios de ALE se encuentra el matrimonio de Irún formado por Ketty Sánchez y Michael Branson, quienes «ante la imposibilidad de compaginar los horarios» de sus cuatro hijos, escolarizados en diferentes centros, decidieron sacarlos a todos del colegio, matricularlos a distancia en un centro de California e impartirles ellos mismos las clases en la academia de idiomas que regentan. Pero optar por educar en casa no les ha salido gratis en un país donde esta práctica aún está fuera de la ley. Por su actitud han sido acusados de «abandono de familia» y «desobediencia a la autoridad» por la Fiscalía de Menores.
La escuela doméstica es una fórmula habitual en EE UU, Australia o Canadá, y en muchos países europeos como Dinamarca, Irlanda, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Portugal, Suiza o Reino Unido. Todos ellos reconocen el derecho de los padres a la escolarización en casa, un método educativo que en España sufre un vacío legal. «La Constitución ampara el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, pero la Logse no reconoce una opción educativa alternativa fuera de los colegios. No está prohibido, pero no está reconocido», explica Caballero, quien recuerda que nuestro país está a la cabeza de Europa en fracaso escolar y que «muchas familias que deciden educar en casa provienen de casos de acoso y fracaso escolar».
El caso de los Bronson les ha sorprendido mucho: «Lo normal es que antes de llegar a la Fiscalía lo investiguen los servicios sociales y no hay duda que los Branson son unos padres excelentes que dan a sus hijos una gran atención en todos los campos, el afectivo, educativo, moral, alimenticio…». La familia afectada se muestra tranquila ante las imputaciones de la Fiscalía, pues la jurisprudencia, dice Ketty Sánchez, les da la razón: «En España se han juzgado varios casos y el juez siempre ha dado la razón a las familias que educan en casa». El matrimonio evangélico compuesto por el español Paco González, doctor en pedagogía y profesor a distancia de Open University de Inglaterra, y su mujer Dorina, neozelandesa, profesora de inglés y diseñadora gráfica, tiene dos niñas que nunca han ido al colegio: «Comenzamos el "homeschooling" cuando vivíamos en Inglaterra porque queríamos crear unas bases que fueran coherentes con su formación. Cuando regresamos a España decidimos seguir con el mismo sistema». Daniela y Estefanía, de 16 y 12 años, están matriculadas a distancia en un colegio británico y realizan sus exámenes en el Colegio Británico de cualquier ciudad española. «
Para González, la educación en casa es «el fenómeno pedagógico por excelencia» de los últimos 20 años a nivel internacional: «La escuela en casa crea un entorno de aprendizaje muy favorable para reconocer y cultivar las aptitudes de los hijos, y es triste que España, con una sociedad abierta y plural, no contemple la legitimidad de un modelo pedagógico reconocido en los países más avanzados de nuestro entorno». Dos son los principales argumentos que se esgrimen en contra del «homeschooling». El primero es que los padres no tienen la capacidad necesaria para formar a sus hijos, una teoría que el pedagogo rebate asegurando que los estudios demuestran que «el elemento fundamental es el factor afectivo y que si los padres mantienen viva una inquietud intelectual pueden impartírsela a sus hijos». Aprender, apunta, es un proceso natural: «Los hijos vienen equipados con hambre de aprender, con un deseo natural de explorar y descubrir el mundo y los padres proporcionamos un ambiente afectivo e intelectual para trabajar en ellos en su desarrollo».
El segundo argumento contrario a la educación en casa es que los niños no se socializan si no van al colegio. Sus seguidores, en cambio, consideran que, socializándose con adultos, «los niños adquieren madurez». Además, recuerdan que existen otros espacios para que éstos se relacionen. «Mis hijos bajan a la calle a jugar con otros niños o éstos vienen a casa, van a clases de Arte y de natación con otros niños y los fines de semana van a un club de niños», explica Ketty Sánchez, quien confiesa que, «desde que educamos a nuestros hijos hemos crecido mucho como familia y el elemento más grande de socialización que puede haber es la familia».
En el caso de los hijos de Azucena Caballero sucede lo mismo: «Vivimos en un pueblo muy pequeño de Badajoz y mis hijos salen a jugar a la calle con otros niños. Los fines de semana nos reunimos con otros padres cuyos hijos van o no al colegio. Además, gracias a las redes de ''homeschooling'' de toda España vienen niños a casa de otros ciudades para hacer talleres juntos». Entre las ventajas que supone educar en casa, esta madre destaca que «necesitas menos tiempo para obtener la misma formación que te ofrecen en el colegio» y que sus hijos disponen «de más tiempo para socializarse y desarrollar su creatividad». La atención personalizada que reciben es, para Paco González, otro de los beneficios: «El proceso educativo puede ajustarse al proceso de aprendizaje, adaptar los métodos y potenciar los intereses de cada uno, nada que ver con el ambiente estresante de las escuelas. El niño avanza a su ritmo y la eficacia de aprendizaje se dispara».