Algunas noches, cuando me quedo dormido
mi cama se desliza hacia Rusia;
y entonces me llevan hasta el barranco,
me llevan hasta el barranco a fusilarme.Me despierto y en la oscuridad, desde la silla
donde reposan las cerillas y el reloj,
una esfera fluorescente
como un cañón fijo, me mira a los ojos.Me cubro con las manos el pecho y el cuello,
ahora, ahora disparan sobre mí -
no me atrevo a apartar la mirada
de la pálida esfera de fuego.Se paraliza el tic-tac del reloj
de mi aturdida conciencia,
pero nuevamente vuelvo a sentir
el amparo del afortunado exilio.Sin embargo corazón, cómo hubieras deseado
que todo hubiera ocurrido de verdad:
Rusia, estrellas, noche de fusilamiento
y el barranco lleno de flores de aliso.