Los labios gruesos del amor y el canto
no besarían más la tierra amada.
Toda la sal del mar sería llanto;
sólo muerte y exilio, la mirada.La argolla y la blasfemia del cauterio
cancelaron tu paz, tu Dios, tu gente.
En las blancas razones del imperio
tú no eras, servías solamente.Pero llevabas Africa en la entraña
y hacías tuya toda patria extraña
y siempre algún tambor salvó tu hora.Carbón de libertad, diamante duro,
arde en tu sangre el fuego del futuro
hacia la prohibida negra aurora.