Hemos visto ya muchas veces
decorar las antiguas celdas.
Abominables escayolas,
percalinas rojas, grotescas.
Las paredes lloraban sangre
bajo impúdicas adherencias
y la humedad estremecida
sacaba a flote su silueta.
Falaces músicas sonaban
obligándonos a la fiesta.
Pero nosotros ya sabíamos
cuál es su precio, cuánto cuestan
escayolas y percalinas
sobre paredes cenicientas.Hemos soñado muchas veces
derribar las antiguas celdas.
Con uñas, dientes, corazón
y esperanza como herramientas
ir desmontando muros altos,
pareces hoscas, piedra a piedra.
Romper las vigas, que los techos
desplomasen sus sombras tercas,
que las ventanas desgarraran
la geometría de sus venas.
Al despertarnos nuestras manos
estaban aún heridas, trémulas...
Pero sabemos que en las ruinas
en el solar de antiguas celdas,
siempre hay alguien que reconstruye
más apretadas otras nuevas.