Tienen la sorda sonoridad
de estrellas del espectáculo,
ecos de antiguos mitos griegos,
reminiscencias de falso prestigio
y obscena soberbia tecnológica.Naves a la deriva,
destructores, cargueros,
petroleros que circundan
los mares en tensa calma
con su obscena carga apocalíptica.De sus vientres pestilentes
sale un veneno mortífero,
sangre negra, oro negro
- negros presagios -
mareas de color impronunciable.Desde los albores de esta plaga
de naufragios suicidas,
los monstruos vierten sin pudor
heces tóxicas, excrecencias ácidas,
el hálito del mas profundo de los avernos.Como un castigo divino,
como una ancestral maldición bíblica,
los golfos, las playas y las rías
digieren en sus entrañas
este lento envenenamiento fatal.