Ellos no saben nunca dónde mirar ni qué.
Se acostumbran. Les dicen…
Este camino es ancho…
Y van. Sin preguntar. Por donde pasa el amo
de látigos y horas.(No saben que ese difícil y estrecho, es el camino
de la libertad.)
La libertad…
Ellos la desconocen. Viven solos y a oscuras.
Con las manos cogidas hasta el pie. Y en los
ojos vendas de cigarrillos que no les dejan ver…
(Han oído tantas veces que la libertad
puede resultar peligrosa.)No llegan nunca a levantar la mano.
Bajan las cabezas. Y resignadamente
(no digo con humillación)
avanzan en sus vidas que otros
les han comprado.
Cuando mueren o saltan lo hacen en silencio.
(Los amos cuidan de que sus sepulcros
permanezcan anónimos.)