Con una azadilla al hombro
y en la boca un dulce cantar
y mucho valor en el alma,
se iba al campo a trabajar.Pobre Martín, pobre miseria,
cava la tierra sin descansar.Sin poner buena o mala cara,
sin tener celos ni rencor,
labraba los campos ajenos
cavando siempre con ardor.Pobre Martín, pobre miseria,
cava la tierra sin descansar.Y cuando le avisó la muerte
que por fin llegaba al final,
abriéndose la propia tumba
ganó su último jornal.Pobre Martín, pobre miseria,
cava la tierra sin descansar.Abriéndose la propia tumba,
ganó su último jornal,
y se tumbó sin decir nada,
él no quería molestar.Pobre Martín, pobre miseria,
cava la tierra sin descansar.