Educar
es ponerle música al invierno,
un amortiguador a las caídas,
un aplauso a lo imposible.

Educar
es estar siempre a principio de curso,
inventar nuevos puntos de partida,
no salvarse sin haberlo intentado.

Es caminar hacia el futuro
a cámara lenta,
darle la mano a la utopía,
y no dejar sueños pendientes.

Educar
es no abusar de la razón,
jugar al escondite
con la incertidumbre.
Es saber respirar debajo del agua
y borrar del diccionario
los verbos grises.

Es decidir,
invertir,
construir
y a veces sentir frío.

Es una escena que se repite
con distintos actores,
una inversión personal
en una sucursal de planes para una vida.
Es lo que nadie ve
pero todos necesitamos.

Educar
es atreverse a hacer equilibrio
sobre la línea del horizonte.

Con este poema
cumplo una promesa:
agradecer a todos los maestros,
profesores,
educadores,
compañeros
y alumnos
que me enseñaron y me enseñan
que educar es simplemente mostrar caminos,
quitarle la ropa a la vida,
taparle la boca al miedo,
ser un buen compañero de viaje.