No, no puedo olvidarlo. Es en la linde
aún indecisa de la aurora. Siento
como si fuera ayer la voz del viento
-¿es voz o alfanje?- que mi sueño escinde.Mi sueño roto en el perfil del día
una vez y otra vez. Y allá, en la arena,
madruga ensangrentada la azucena
y exhausta besa la ribera fría.Oigo la muerte. Ocupa mis oídos
la trágica manada de estampidos
que al alba irrumpe cotidianamente.Viene del mar. Mis días infantiles
son un duro horizonte de fusiles
que me persigue encarnizadamente.