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Los derechos humanos. Teorías y definiciones |
Michael Ignatieff. Los derechos humanos como política e idolatría. Paidós, Barcelona, 2003 (fragmento, pag. 96,97)Como cuestión previa, ¿por qué los seres humanos poseen derechos? ¿Qué hay en la especie humana y en los individuos humanos que los haga merecedores de derechos? Si las personas son especiales, ¿por qué esta inviolabilidad se concede tan a menudo de palabra pero no en la práctica? Si los seres humanos son especiales, ¿por qué nos tratamos tan mal unos a otros?
Los derechos humanos se han convertido en un artículo laico de fe, aunque los fundamentos metafísicos de la fe no están claros. El Artículo 1 de la Declaración Universal evita toda justificación para afirmar simplemente: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". La Declaración Universal enuncia derechos, pero no explica por qué los poseen las personas.
El proceso de redacción de la Declaración Universal deja claro que este silencio era deliberado. Cuando Eleanor Roosevelt convocó por primera vez al comité de redacción en su apartamento de Washington Square en febrero de 1947, un confuciano chino y un tomista líbanés se enzarzaron en una profunda discusión acerca de los fundamentos filosóficos y metafísicos de los derechos. La señora Roosevelt concluyó que el único camino posible pasaba por el acuerdo a discrepar de occidentales y orientales.
Por tanto, existe un silencio deliberado en el corazón de la cultura de los derechos humanos. En lugar de un conjunto sustantivo de justificaciones que nos expliquen por qué los derechos humanos son universales, en lugar de razones que se remontan a los principios fundacionales -como en el inolvidable preámbulo de Thomas Jefferson a la Constitución norteamericana-, la Declaración Universal de los Derechos Humanos simplemente da por hecho que existen los derechos humanos y procede a enunciarlos.