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Los derechos humanos. Teorías y definiciones |
¿Qué es lo que hace tan sagrados a los hombres? ¿Por qué exactamente pensamos que los seres humanos corrientes, en toda su variedad de razas, religiones, educación y logros, pueden contemplarse en posesión de los mismos derechos inalienables? Si la idolatría consiste en elevar cualquier principio humano hasta un absoluto incuestionable, es evidente que los derechos humanos parecen una idolatría. En realidad, los humanistas no veneran literalmente los derechos humanos, pero empleamos el lenguaje para afirmar que hay algo inviolable en la dignidad de cada ser humano. Se trata de una actitud de adoración. Lo que implica la metáfora de la idolatría es una credulidad cercana al culto, una incapacidad para sujetar las premisas humanistas a la misma indagación crítica a la que el racionalismo humanista somete a las creencias religiosas. La principal acusación reside en que el humanismo es simplemente incoherente, porque critica toda forma de veneración excepto la suya.
Los humanistas, si desean ser coherentes, deben replicar a esto que no hay nada de sagrado en los seres humanos, nada que merezca la idolatría ni un respeto trascendental. Todo lo que se puede decir de los derechos humanos es que son necesarios para proteger a los individuos de la opresión y la violencia, y si se pregunta por el motivo, la única respuesta posible es histórica. Los derechos humanos son el lenguaje mediante el que los individuos han construido la defensa de su autonomía contra la opresión de la religión, el Estado, la familia y el grupo. Es posible que se pudieran inventar otros lenguajes para la defensa de los seres humanos, pero éste es el que ha estado históricamente disponible para los seres humanos aquí y ahora.