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Cine y derechos humanos


El cine, ventana a la política. Recursos pedagógicos

Martín Valmaseda. Agenda latinoamericana 2008. Servicios Koinonía
agenda.latinoamericana.org

Cuando intentamos asomarnos a la política a través de la pantalla, nos damos cuenta de que películas sobre política son todas. Lo mismo que todo en nuestra vida es política. Todas las producciones cinematográficas tienen carga política. Unas clara y manifiesta, otras implícita o disfrazada. Lo mismo que quienes dicen "yo no soy político"; en realidad, o no saben, o no quieren expresar su filiación política, su ideología.

Cecil B. DeMille afirmaba que, en principio, «el cine 'no-político' de Hollywood es muy útil para ir sembrando en las mentes el pensamiento norteamericano y el 'american way of life'».

Hacemos un repaso -muy limitado por el espacio disponible- sobre algunos de los filmes que más abordan el tema. Seguramente algunos de ustedes preguntarán ¿y por qué no citó tal película? Pues añadan ustedes títulos a la lista... Por hacer alguna clasificación podemos dividirlos en dos partes: el cine a través de los que dominan,  cine a trasvés de los dominados. Ese «a través» no refleja la ideología de la película sino el estamento social que «sobre todo» enfoca. Sobre todo. Porque no se puede tratar el tema de los dominantes sin presentar la situación de los dominados, y viceversa.

1.- Cine a través de los que dominan

Unas veces con la mentalidad de los que tienen el poder, otras poniendo en evidencia sus inconsecuencias.

Como una de las primeras en el tiempo podremos recordar Intolerancia, de David W. Griffith.

Saltando a la época actual, Yo quería ser un héroe, documental en el que seis ex-oficiales del ejército de Israel explican sus motivos para no servir fuera de las fronteras de Israel.

Últimamente han llenado las pantallas y los comentarios los reportajes de Michael Moore: Bowling for Columbine (sobre la violencia armada y sus consecuencias en EEUU), La corporación (sobre el sucio papel político de las empresas multinacionales) y Fahrenheit 9/11 (sobre el manejo extraño que vamos viendo de los acontecimientos de las Torres gemelas).

Naturalmente en torno a ese suceso tan turbio han seguido apareciendo películas como Septiembre, de Oliver Stone (sobre bomberos supervivientes de las Torres Gemelas) y Vuelo 93, de David Greengrass (sobre uno de los aviones de American Airlines secuestrado). Suponemos que en torno a ese tema seguirán apareciendo películas que agiten el ambiente. Puede que ayuden a reflexionar sobre el desconcierto de la gente norteamericana al verse alcanzada por la violencia desde lejos y no sentirse tan segura.

Por citar biografías de líderes políticos debemos recordar como tal vez primera en el tiempo: Iván el terrible, y La conjura de los boyardos, obras de Eisenstein del que más tarde hablaremos.
Deteniéndonos en la revolución francesa recordamos Danton de Andrzej Wajda.

Viva Zapata nos muestra la lucha del líder campesino por no dejarse corromper al llegar al poder.

Saltamos a mediados del siglo XX. Encontramos una biografía de Franco, todavía en vida: Franco, ese hombre, de José Luis Sáez de Heredia, quien había realizado años antes un filme con argumento escrito por el mismo Franco: Raza; el título lo dice todo. Luego hubo otras, como Dragón Rapide, de ideología distinta. Y otra de Hitler después de su muerte: Mein Kampf.

Últimamente hemos visto la escalofriante biografía de Idi Amin en El último rey de Escocia.

En América Latina el dominio norteamericano en la Nicaragua de Somoza está reflejado en Alsino y el Cóndor, de Miguel Littin, una película que no consiguió el oscar a la mejor película extranjera, por razones políticamente evidentes; la academia premió a la española Volver a empezar, que no molestaba.

Sobre el tema Nicaragua en época de la guerrilla contra Somoza, Bajo el fuego, y en la época de la Contra, Latino, intentaron contrarrestar la propaganda política del Imperio.

En estas películas made in USA, cuando son de argumento, aunque aparezcan los gringos como opresores, suele mantenerse como protagonista algún norteamericano «bueno».

Sucede lo mismo por ejemplo con Bailando con lobos, donde ni siquiera la protagonista es india sino una muchachita secuestrada por unos «pieles rojas malos». Al final de la historia parece que la crítica no es contra el sistema político de conquista, sino contra unos soldados brutos que hacen las cosas mal.

Ese hacer las cosas mal lo refleja el filme Munich, de Steven Spielberg, sobre la matanza en los juegos olímpicos. La política exterior de EEUU está reflejada en Macnamara.

Terminamos con una admirable película «del oeste» que refleja los intentos de liberar al pueblo por métodos más o menos democráticos: se trata de El hombre que mató a Liberty Valence.

2.- Cine a través de los dominados

Parece necesario poner a la cabeza de este capítulo a Eisenstein. Para muchos su película El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925), es el emblema del cine político y muchos la consideran como la obra maestra del cine.

Acompañan a este filme sobre la rebelión contra los zares La huelga (Stachka, 1925) y Octubre (Oktyabr, 1927). Junto a ella, ya en siglo XXI La dignidad de los Nadies, de Fernando Pino. Por lo general el cine europeo y latinoamericano han tenido más fuerza en la crítica y denuncia del sistema.

Recientemente (no seguimos orden cronológico) El Laberinto del Fauno aborda aspectos de la postguerra civil española con narraciones oníricas y simbólicas.

Dos directores italianos son clásicos del cine político: Pasolini con Los hombres de la tierra y Accatone, y hasta su Evangelio según San Mateo enfoca con mirada política y rebelde la persona de Jesús.

Bertolucci, en Novecento, nos presenta el enfrentamiento de las clases sociales que, hasta en los últimos planos del doble filme los protagonistas siguen simbólicamente en su dialéctica.

Las uvas de la ira (John Ford), sobre la novela de Steinbeck, plantea la época de la depresión de 1929. Esa misma época está reflejada en el filme con apariencia de relaciones familiares Esplendor en la hierba (Elia Kazán).

El mismo autor nos refleja la lucha de una persona por desligarse de los condicionantes sociales que le tienen atenazado desde su infancia. Esos condicionantes se entienden mejor viendo los antecedentes del protagonista en el padre emigrante de América América.

Hablando de emigrantes, una película que narra el futuro es La Marcha, que parece una predicción de los subsaharianos que hoy se lanzan hacia Europa. Eso lo reflejan también Las cartas de Alou. Sobre el paso de los latinos a EEUU una muestra es El Norte, y El sueño americano, de King Vidor.

Concretamente en Latinoamérica, Ni olvido, ni perdón, de Raymundo Gleyzer, sobre las ejecuciones de Trelew; La Hija del Puma, sobre la represión de los indígenas en Guatemala; y una interesante reflexión sobre las diferencias generacionales al llegar la postguerra: Ixcán.

También, en torno a la presión del silencio en países de régimen autoritario (político y familiar): El silencio de Neto.

La política y los medios de comunicación, como crítica o como arma del poder, nos la presentan filmes como Good Night, and Good Luck, de George Cooney, sobre el macarthismo. Sobre medios de comunicación y guerra, Hotel Palestina, y un ejemplo cruel, de ficción pero que hace pensar en hechos reales, es Escándalo en la Casa Blanca (Wag the dog), y El cuarto poder. La manipulación de la información por los intereses del poder y del dinero.

Esa manipulación la reflejó el documental sobre Chávez y el golpe que lo derribó y recibió el premio Rey de España. A los pocos meses fue contestada por un film irlandés, La revolución no será transmitida. Oliver Stone prepara un filme sobre ese oscuro momento en que EEUU intentó quitar de en medio a quien dificultaba sus negocios con el petróleo.

La sal de la tierra, Blue Collar y Arcadia reflejan los movimientos sociales y políticos en el mundo laboral.

Una clarificante visión de la lucha por la descolonización en una cierta isla del Caribe es Queimada, de Pontecorvo, el mismo autor de La Batalla de Argel y de Operación ogro sobre la muerte de Carrero Blanco, el entonces posible sucesor de Franco.

El racismo en EEUU está presentado, entre otras muchas, por Million Dollar Baby, película que tuvo su mejor propaganda en el de boca en boca.

No podemos olvidar a Costa Gavras, uno de los más comprometidos directores políticos, con Z, La confesión, Estado de sitio...

Un análisis del manejo de la cruel economía de las medicinas por los poderes multinacionales nos lo presenta El jardinero fiel, de Fernando Meirelles.

Ken Loach es un buen ejemplo de unión de lo social y lo político en casi todas sus producciones, por ejemplo, Días de esperanza y El viento que agita la cebada.

En Sacco y Vanzetti (Sacco e Vanzetti, 1970) el genovés Giuliano Montaldo planteó la represión de los inmigrantes.

Sobre otras muertes injustas y crímenes políticos podemos citar: El Crimen de Cuenca, de Pilar Miró, Siete días de enero, de Bardem, La verdad sobre el caso Sabolta, de Antonio Drove, o La muerte de Mikel, de Imanol Uribe, Desaparecido (Missing), sobre los primeros días del golpe de Pinochet. Y Confessione di un commissario di polizia al procuratore della Repubblica (1971). Refleja los oscuros mundos de la Mafia en la política... Aquí, claro, se nos viene a la memoria la serie El padrino.
 


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