Curso de Especialista en Educación
para la Ciudadanía y Derechos Humanos

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Módulo 2.  Importancia de la Educación en Derechos Humanos

Tema 2.2. El Papel de la Socialización

Para llegar a comprender la importancia de la educación debemos hacer referencia al concepto de socialización. Los seres humanos debemos aprender a comportarnos, valga la redundancia, como seres humanos, investidos realmente de la dignidad que nos hemos reconocido. Nuestro comportamiento no está regido sólo por los instintos, sino también por los rasgos culturales que hemos aprendido. Por eso es tan importante la educación cultural y socioafectiva  que recibimos.

En este proceso de socialización juegan un papel muy importante la familia, la escuela, los iguales y los medios de comunicación. Son los llamados agentes de socialización. La familia (y cada vez más también la escuela) es la encargada de proporcionar la socialización primaria (aprender los elementos básicos de la convivencia humana como andar, hablar, hábitos de higiene... etc.) En España, la incorporación de la mujer al mercado laboral ha provocado un mayor peso específico de la escuela en la socialización primaria, parcela anteriormente exclusiva de la familia.

 

La escuela es un agente fundamental de socialización

 

En la llamada socialización secundaria (la transmisión de conocimientos que dura toda la vida, que incluye la transmisión de valores), participan todos los agentes socializadores. Sin embargo, no todos los agentes socializadores van en la misma dirección; es bastante habitual que en la escuela se intenten transmitir unos valores que los medios de comunicación se encargan de contradecir (por ejemplo, los crecientes casos de anorexia están relacionados con los cánones de belleza que aparecen en los medios de comunicación).

Inicialmente los niños y las niñas imitan lo que ven, sin tener una concepción moral de lo que ven. Lawrence Kohlberg nos dice que durante la infancia (etapa que él denomina Preconvencional) no existe una clara concepción del bien o del mal, sino que consideramos como bueno aquello por lo que nos premian, y malo aquello por lo que nos castigan. No es hasta la etapa llamada por Kohlberg Convencional (y dentro de las reglas de un grupo) cuando tenemos una cierta noción del bien y del mal. Esto hace a los niños muy vulnerables a las influencias externas. Por ello se da la circunstancia de que el niño maltratado suele ser maltratador de adulto. 

Analicemos con un poco más de atención la teoría de Lawrence Kohlberg: plantea que el crecimiento moral del ser humano pasa por una serie de etapas. Esto en el caso de que alcance el máximo desarrollo, ya que hay personas que no llegan hasta el final del proceso:
Etapa preconvencional. Como hemos dicho, en esta etapa no existe una concepción clara de los conceptos de bien o mal. Llamamos bien a aquello por lo que nos premian, y mal a aquello por lo que nos castigan. Esta etapa posee dos estadios: a) Egocentrismo (los agentes externos determinan lo que debe hacerse) y b) Individualismo (se asumen las normas si van en beneficio propio).
Etapa convencional. En esta etapa ya existe una concepción del bien y del mal, pero relacionada con el concepto de grupo. Consideramos como bien, aquello que creemos que el grupo acepta como correcto. Esta etapa posee dos estadios: a) Gregarismo (actuamos siguiendo el criterio del grupo con el objetivo de ser aceptados por éste)  y b) Comunitarismo (se siguen las normas porque proporcionan un bien común)
Etapa Postconvencional. En esta etapa ya la concepción del bien o el mal es la personal y propia. Esta etapa posee dos estadios: a) Relativismo (se considera que todas las visiones y opiniones son igualmente aceptables) y b) Universalismo (existen unos valores éticos universales que están por encima de las obligaciones legales)
Han de crearse modelos de valores en los que el alumnado pueda reflejarse, y eso debe desarrollarse a través de la educación en valores

La Escuela como agente de socialización

En el ámbito educativo los docentes desde hace tiempo manifiestan su preocupación por el hecho de que los padres delegan, cada vez más, responsabilidades educativas que les pertenecen (elementos de socialización primaria por una lado y niveles más avanzados como la educación vial, sexual, etc.). Dentro de esta tendencia, los padres y madres están delegando también en la escuela la formación de determinadas actitudes y valores. Pero esta responsabilidad que la familia no asume plenamente representa una carencia, ya que es muy importante para la formación integral del menor.

En la medida que la familia delega o no asume estas responsabilidades, la escuela no debe inhibirse. Con  independencia de que la educación de los hijos y las hijas corresponda de forma prioritaria a las familias (artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, si las familias se inhiben de su formación en valores, entonces, atendiendo al "interés superior" de los menores (artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño) la sociedad en general, y la escuela en particular, deben implicarse, ya que el objetivo de crear ciudadanos y ciudadanas más cívicos no puede quedar desatendido. Es un tema complejo, ya que, además, en ocasiones la familia (o la escuela) no es que se inhiba, sino que promueve algunos valores contrarios a los contenidos en la Declaración Universal Universal de Derechos Humanos.


Educación en valores y derechos humanos en la escuela


La escuela debe hacer frente a la necesidad de educación en valores, integrándola, además, en el curriculum explícito, ya que si sólo aparece como eje transversal, como curriculum en la sombra, existe la posibilidad que quede totalmente diluida y sin incidencia real. Con una característica añadida: asumiendo abiertamente que la educación en valores debe incluir y basarse en los principios de la Declaración Universal Universal de Derechos Humanos.

Los derechos humanos no son simplemente una declaración de buenas intenciones, un futurible de buena voluntad. Se trata de un conjunto de valores fundamentales para hacer posible la convivencia

Durante mucho tiempo, la educación en derechos humanos intentaba enfocarse desde el punto de vista de las grandes violaciones de los derechos humanos: los abusos de las dictaduras (en Latinoamérica o en los países del este), la pena de muerte, la tortura, etc. En la actualidad la experiencia aconseja enfocar la cuestión de la educación en derechos humanos desde temas más cercanos a las vivencias de los alumnos; por ejemplo, la discriminación de la mujer, o el racismo y la xenofobia, temas mucho más cotidianos, que pueden afectar directamente al sujeto o a gente del entorno inmediato.

El entorno de aprendizaje y el entorno escolar, por sí mismo, debe respetar y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales. Debe ofrecer la oportunidad para que todos practiquen los derechos humanos mediante actividades de la vida real. Todas las actividades que tienen lugar en el sistema escolar con objeto de impartir educación para la paz, preparar para la vida cívica, transmitir valores y enseñanzas multiculturales, mundiales o de promoción del desarrollo sostenible deben incluir los principios de derechos humanos en sus contenidos y métodos.

Naturalmente, cuestiones como las dictaduras, la pena de muerte o la tortura se deben incluir en la educación en derechos humanos. Pero al mismo tiempo es preciso atender al entorno inmediato, a la vida cotidiana e individual. Por ejemplo, hay que educar (es una prioridad hacerlo), con la finalidad de evitar futuros maltratadores, concienciar a la sociedad para que se denuncien los maltratos, no aceptarlos en silencio, a diferencia de como fueron educadas las generaciones anteriores.

Otro ejemplo. Es muy importante conocer la historia de las sociedades basadas en el racismo, como la de Sudáfrica o Estados Unidos antes del fin de la segregación racial. Pero todavía es más necesario desvelar las actitudes y los comportamientos racistas que se puedan dar en la propia sociedad, en el mismo centro educativo.

La educación recibida por las generaciones anteriores ha determinado la visión sobre los roles diferenciados de hombres y mujeres.

Leyendo los periódicos se podría llegar a la conclusión que la violencia contra las mujeres es un mal reciente de nuestra sociedad, porque, anteriormente, los periódicos no publicaban las cifras de dicha violencia: no se hacían eco de este problema, y, por lo tanto, aparentemente no existía. Lo que ocurría es que no se divulgaba, no se contaban, como se hace ahora, el número de víctimas de este tipo de violencia, y así pasaba totalmente desapercibida. En la prensa de sucesos, dichos crímenes eran calificados como crímenes pasionales, llegando, en ocasiones, a la justificación soterrada del crimen.

Era habitual conocer alguna mujer maltratada por su pareja, la cual era compadecida en silencio, pero al considerar que se trataba de un asunto privado, nadie intervenía.

Afortunadamente, se ha generado una mayor concienciación del problema. Esta concienciación ha llegado a través de la educación de las nuevas generaciones, a través de una escuela más abierta, de unos medios de comunicación más sensibles, etc. Empezando por la coeducación. La educación separada ofrece un modelo que presenta a los niños y niñas no sólo como seres diferentes, sino también con roles predeterminados diferentes, lo que según sus defensores justifica que deban tener educaciones también diferentes.

Si queremos educar para la igualdad, la educación ha de ser igual, compartiendo conocimientos, espacios y contenidos.



Tema 2.3. Educación en Valores

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