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Historia de la infancia

Introducción


"Solamente a medida que nos acerquemos a la realización de los derechos de toda la infancia, los países se acercarán a los objetivos del desarrollo y de la paz."
Kofi A. Annan (Secretario General de las Naciones Unidas, 2005)
La historia de los derechos de la infancia a grandes rasgos no es distinta de la historia de los derechos humanos en general: avances lentos, grandes estancamientos y en ocasiones retrocesos traumáticos jalonan su desarrollo. No es una historia lineal, y en un mismo momento histórico, incluso en un mismo país o ciudad, han coexistido situaciones antagónicas. Igual ocurre en la actualidad.

Una de las mayores paradojas es que sólo desde hace muy poco el menor empieza a ser considerado como tal, y no en función "del adulto en el que se ha de convertir". A lo largo de la historia, la infancia ha sido primordialmente "el compás de espera" para la vida adulta, por lo que esta etapa siempre se ha intentado acortar tanto como ha sido posible. El objetivo ha sido siempre convertir, lo más pronto posible, "esta cosa inútil" que es un niño en un soldado, en un artesano, en un campesino. O una niña en una esposa capaz de parir hijos y educarlos, de trabajar en el hogar, en el campo, en la fábrica.

Luces y sombras


En estas páginas hablaremos de la vulnerabilidad de la infancia a lo largo de los siglos. De las agresiones a las que han estado expuestas generaciones de niñas y niños, de conductas aberrantes a las que se les ha obligado, de explotaciones degradantes que han sufrido, de entornos hostiles en los que les ha tocado vivir, o morir prematuramente.

Pero la historia de la infancia no se puede limitar a esta relación de barbaridades. Porque es inimaginable una historia de la humanidad en la que la atención a los hijos haya estado ausente de forma sistemática y permanente. ¿Habríamos sobrevivido como especie, de haber sido sólo ésta la realidad?

Estas agresiones representan el conjunto de peligros a los que ha estado expuesta la infancia, pero no la realidad única y absoluta de los menores a lo largo de la historia. La falta de derechos y las agresiones que en muchos casos han sufrido no ha impedido que  entre los adultos de los que dependían, especialmente entre las madres, no se diera una atención amorosa y solícita hacia sus hijos.

"Cada día se acumulan más datos científicos que demuestran que la bondad está programada en nuestro equipaje genético (...) la historia y el día a día demuestran que la gran mayoría de los hombres y las mujeres perseguimos la convivencia y la felicidad a través del poder de la solidaridad. Lo que ocurre es que no apreciamos la benevolencia humana cotidiana porque la damos por hecho y ni la historia ni los medios de comunicación la consideran digna de mención."
Luis Rojas Marcos. Antídotos de la nostalgia. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1999
El contexto histórico
Hay que tener presente asimismo que el progresivo acceso a un nivel de vida mejor facilita el reconocimiento y el respeto de las necesidades y los derechos de los seres humanos en general. También los propios de la infancia. Por lo tanto, no tendría sentido hacer ahora un juicio sumarísimo sobre el trato que se ha dado a los menores a lo largo de los siglos, en momentos históricos y en sociedades y culturas determinadas. Si lo que queremos es entender (que no justificar) una realidad pasada,  no se puede olvidar su contexto histórico.

Pero también sería un error, y grave, olvidar las lecciones de la historia. Es decir, ignorar la necesidad de facilitar hoy el acceso a la cultura y a un nivel de vida digno a todos los niños y las niñas, como primera medida para facilitar que todos sus derechos sean respetados. A todos y todas nos corresponde conseguir que esta aspiración se materialice y deje de ser un sueño.


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