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Laura López-Bech. Voluntaria del Grup d'educació


En el momento de esta entrevista (2014) trabaja en el Foro Europeo de la Juventud, en Bruselas, como Técnica de Políticas de Educación. Se inició en la educación en derechos humanos a través del Grup d'educació de Amnistia Internacional Catalunya

Laura es una de las personas voluntarias que a lo largo de los años han formado parte del Grup d'educació de Amnistia Internacional Catalunya. Entró en el grupo en marzo de 2002, y colaboró hasta 2005, cuando su trayectoria profesional la alejó de Barcelona.

- ¿Qué te motivó a incorporarte al Grup d'educació?
- En ese momento estaba haciendo el tercer curso de Ciencias Políticas. Durante los estudios habíamos abordado los derechos humanos, dentro de la asignatura de derecho internacional público, y yo tenía ganas de profundizar en el tema desde la perspectiva social y educativa. De modo que decidí informarme sobre el trabajo de Amnistía Internacional. Fui a una sesión informativa, y me hablaron de dos grupos de trabajo que me llamaron la atención: el de relaciones internacionales y el de educación en derechos humanos. Después de pensármelo unos días, me decidí por el de educación. Buscaba un trabajo más directo con la comunidad, y me pareció que el Grup d'educació me podría ofrecer esta posibilidad.

- ¿Qué tipo de proyectos hacíais en el grupo en aquella época?
- Durante los primeros dos años que participé en el grupo de forma regular, la actividad principal se centraba en el desarrollo y la búsqueda de recursos educativos para trabajar los derechos humanos en las escuelas. Todos los materiales que encontrábamos, o que creábamos nosotros, los referenciábamos o los colgábamos en la web, con la finalidad de hacerlos fácilmente accesibles. Este trabajo hoy sigue siendo una de las principales actividades del grupo; vale la pena echar un vistazo a la web, ¡hay un montón de propuestas y recursos muy interesantes!

- Además del Grup d'educació, también has hecho de voluntaria en el Secretariado Internacional de Amnistía Internacional y en la Sección inglesa. ¿Qué te aportaron estas experiencias?
- Cuando acabé la carrera en 2003, me fui a Londres para hacer un máster en justicia social y educación. Y aproveché la estancia para continuar colaborando con Amnistía Internacional. Estuve un año de voluntaria en el Secretariado Internacional, en el equipo de educación (en el marco del programa de prácticas que había en aquella época). Y después estuve seis meses en el equipo de educación de la Sección inglesa de Amnistía Internacional. Poder conocer de cerca el trabajo de educación de Amnistía Internacional a nivel global y, al mismo tiempo, contribuir al programa local de Londres, me abrió los ojos a otras formas de trabajar la educación en derechos humanos. Tuve acceso a nuevos materiales educativos y también adquirí experiencia en dar talleres de educación en derechos humanos en las escuelas. La experiencia fue muy enriquecedora; me dio más confianza a la hora de explicar en público las actividades de Amnistía Internacional, y me aportó nuevos recursos para saber cómo transmitir los valores de los derechos humanos a través de actividades educativas con niños y jóvenes. Volví a Barcelona muy entusiasmada y llena de ideas y las compartí con la gente del Grup d'educació. Algunas de esas ideas las pudimos llevar a cabo, como una guía sobre cómo hacer charlas en las escuelas.

- ¿Qué otros aspectos del grupo resaltarías?
- Al volver de Londres otra idea que tenía muy clara era la necesidad de potenciar las actividades presenciales en las escuelas. Pero esto era complicado: al ser todas las personas del grupo voluntarias, era muy difícil poder asumir el compromiso de ir a dar charlas cuando se pedían. Sobre todo en horas lectivas, todo el mundo tenía sus obligaciones profesionales (esto hoy sigue siendo una dificultad importante). Esta limitación de las actividades presenciales en buena medida es la que ha potenciado el interés por internet como escaparate de las propuestas y la forma de trabajo virtual entre las personas que integran el grupo. En la medida de las propias posibilidades, cada uno aporta lo que puede, y el resultado es bastante positivo.

- Ya hace más de diez años desde tu llegada al Grup d'educació, y desde entonces has estado involucrada en otros proyectos educativos y de derechos humanos a nivel internacional y europeo. ¿En qué medida consideras que tu participación en el grupo influenció en tu trayectoria?
- Sin duda, mi implicación en el grupo me llevó a elegir los estudios post-universitarios de justicia social y educación que hice. Durante los dos primeros años en el grupo, confirmé que mi verdadera pasión era la educación (abordada desde la perspectiva social, derechos humanos, cívica, intercultural, etc.) Y que era posible relacionar mis estudios en ciencias políticas con este ámbito, e incluso hacer de ello mi profesión. Desde que dejé el grupo he trabajado en el campo de la educación en derechos humanos, tanto a nivel institucional (formé parte del equipo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos encargado de lanzar la primera fase del Programa Mundial de Educación en Derechos Humanos) como a nivel más de terreno, coordinando programas para jóvenes de educación intercultural y para la paz.

- Que le dirías a una persona para motivarla a unirse a un grupo como el Grup d'educació de Amnistía Internacional, o algún otro grupo similar de personas voluntarias que trabajen a favor de los derechos humanos?
- Para mí el voluntariado va ligado al placer de trabajar con un grupo de personas con quienes compartes los mismos ideales y valores. Creer en el valor del voluntariado, de contribuir a la mejora de la comunidad donde vivimos aportando nuestras capacidades y posibilidades, y tener la oportunidad de hacer esto junto a gente motivada y comprometida, que busca el bien común por encima de los intereses personales, es muy gratificante. Yo todo ello lo encontré en el Grup d'educació. Por otra parte, es cierto que no siempre hay los recursos financieros o humanos y el tiempo que nos gustaría para poder llevar a cabo todos los proyectos que nos motivan, pero cuando te implicas sabes que estás haciendo lo que puedes: te queda la satisfacción de estar aportando tu granito de arena, de estar sembrando semillas que irán fructificando.

Le estoy muy agradecida al Grup d'educació. La gente del grupo me acogió muy bien, me invitaron a invertir mi ilusión y mis capacidades en el contexto del trabajo de educación en derechos humanos que hacían. Y me ayudaron a valorar la importancia de estar abierta a las nuevas ideas y propuestas que cada nueva persona puede aportar a un grupo de trabajo. Todo ello, junto con la práctica de un trabajo riguroso y bien hecho. La vida y las opciones profesionales me han llevado lejos de Barcelona, pero recuerdo con mucho afecto esa etapa en Amnistía Internacional. A las personas que actualmente forman el Grup d'educació les deseo que, con la ilusión de siempre, sigan desarrollando con la misma dedicación y eficacia sus actividades vinculadas a la educación en derechos humanos.



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