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Un tormento llamado Trovan

Álvaro de Cózar. El País, 19-4-2009 (fragmento)
En 1996, la farmacéutica Pfizer suministró en Nigeria un nuevo medicamento a 200 niños. Once de ellos murieron y el resto aún padece las brutales secuelas del experimento

La industria farmacéutica cuenta con la mejor publicidad posible; fabrica medicamentos para salvar vidas y sobre esa premisa se generan todas las esperanzas de médicos y enfermos. A veces, esos sueños se cocinan en el cuarto oscuro de las grandes empresas. Unas doscientas familias de Kano, al norte de Nigeria, aseguran que su país fue en 1996 uno de esos laboratorios y que sus hijos fueron utilizados como cobayas humanas.

A principios de aquel año, una epidemia de cólera, meningitis y otras enfermedades asoló el norte del país. Pfizer, la mayor multinacional farmacéutica, envió a sus representantes a Kano, una ciudad amurallada y hecha en gran parte de arcilla y regida por las leyes islámicas. Los expertos de la compañía suministraron un medicamento llamado Trovan a unos cien niños de la ciudad para curarles la meningitis y un antibiótico de la familia de las quinolonas a otros cien.

Los dos niños de Alhaji Garba Maisikeli tenían la enfermedad y recibieron la medicación. Días después de la visita de los médicos, este veterano periodista, que había trabajado para el canal de televisión NTA y para la BBC, se levantó y llamó a uno de sus hijos: "No me respondió. No oía, no hablaba. Estaba como dormido pero con los ojos abiertos". Maisikeli fue a ver a la gente de Pfizer. Le dijeron que los niños mejorarían en los días siguientes. La extraña pérdida de consciencia se agravó en ese tiempo. El periodista trató de hablar con los médicos nuevamente pero el grupo ya se había marchado. Sus hijos murieron; uno por la tarde y otro por la noche.

La indignación de Maisileki fue aumentando a medida que se conocían más casos. Decenas de familias empezaron a rondar las puertas de las mezquitas para pedir limosna y comprar medicinas que aliviaran los misteriosos dolores de los niños. "La mayoría perdían la consciencia. No se movían", dice Maisileki. En una ciudad como Kano, con más de tres millones de habitantes -la tercera más poblada de Nigeria, después de Lagos e Ibadan-, la historia tardó en saltar las murallas y llegar hasta los despachos del Gobierno de la capital, Abuja. Unos cuatro años. Pasado ese tiempo aún eran pocos los dedos que apuntaban a Pfizer y a los médicos que suministraron el Trovan como los culpables de las muertes de 11 niños y de las secuelas causadas en el resto.

Pero el diario estadounidense The Washington Post, una vez más, se enteró de la historia y puso a sus periodistas en el caso. Los resultados de un año de investigación sobre las pruebas de medicamentos en países del Tercer Mundo aportaron luz al caso de Nigeria. Supuestamente, Pfizer había ensayado un tipo de antibiótico en los niños de Kano sin haber realizado los test previos. Aquello fue corroborado además por uno de los médicos de la compañía, Juan Walterspiel. El especialista había enviado una carta a los ejecutivos de la empresa denunciando una violación de las normas éticas en el experimento. Fue despedido, según Pfizer, por otros motivos. El medicamento se aprobó poco después en Europa y Estados Unidos. La Unión Europea lo retiró a los tres meses porque causaba problemas hepáticos. En Estados Unidos se sigue usando aunque sólo como tratamiento hospitalario para infecciones muy severas.

Los titulares golpearon en los cuatro costados de un país superpoblado, unos 140 millones de personas, y la sociedad civil nigeriana, por lo general bastante dispersa y enfrentada en distintas etnias, salió a las calles. Tras las manifestaciones, en 2002, el Gobierno de Nigeria llevó a los tribunales a Pfizer. La batalla legal ha durado años y empieza a despejarse estas semanas si es que el acuerdo extrajudicial ofrecido por la compañía a las víctimas acaba de cuajar. Cincuenta y cinco millones de euros resolverían el asunto, según la cifra que barajan las autoridades de Kano, pero Pfizer ha desmentido que se haya llegado a un acuerdo.

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