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Unidos para siempre a la fuerza
Walter Oppenheimer.
El País, 25-10-2007
Tanto mujeres como hombres son víctimas de los matrimonios forzosos - En el Reino Unido hay al menos 300 enlaces obligados cada año.
Imran Rehman es un joven musulmán de origen paquistaní nacido en Birmingham hace 32 años. Jasvider Sanghera es una mujer de origen indio nacida en Derby hace 43 años en el seno de una familia sij. Los dos tienen algo más en común que el haber nacido en el Reino Unido y ser hijos de familias originarias de Asia que inmigraron a Europa en los años cincuenta: los dos han sido víctimas del problema de los matrimonios forzosos. Un drama que también afecta a los varones, protagonistas de un 15% de los casos.

"Cuando tenía 10 años, mis hermanos me llevaron a Pakistán y me comprometieron con la hija de mis tíos, que tenía cinco años", explica Imran en los pasillos de unas jornadas sobre los matrimonios forzosos celebradas ayer y hoy en Londres dentro de un programa de debates en varias capitales europeas impulsado por la Comisión Europea.

"Yo no me di cuenta de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor: a esa edad lo que único que veía es que había una gran fiesta y que me dieron dinero y regalos. Mi prima estaba junto a mí, vestida de rojo, pero sólo supe lo que eso significaba cuando años después, al cumplir los 15, mi hermana me enseñó unas fotos de aquella fiesta y me di cuenta de que me habían comprometido a casarme con mi prima. Yo no quería casarme con ella, pero me dijeron que mi honor y el de la familia estaban en juego y que me tenía que casar y que no tenía elección. Eso afectó terriblemente a mi vida. Empecé a tener problemas en la escuela, a pelearme a cada momento".

Imran volvió a Pakistán de vacaciones cuando tenía 17 años. Allí lo narcotizó la familia de sus tíos para llevarlo a una mezquita en la que estuvo retenido a la fuerza dos semanas para que aceptara el matrimonio. Pero consiguió escapar y, tras correr varias horas campo a través, descalzo, logró llegar a casa de unos amigos, desde la que pudo regresar a Inglaterra.

"Pero mi familia me hizo el vacío y me siguió presionando para que me casara. Cuando tenía 24 años, mi madre enfermó y fui a verla al hospital. Allí me dijo que si le pasaba algo sería por mi culpa, por no haber querido casarme, y me convenció para que volviera a Pakistán y me casara con mi prima. A la semana siguiente, hice lo que me pedía. Tres meses después mi mujer consiguió un visado y se vino a vivir a casa de mi madre. Pero al cabo de un mes, yo me fui. Ese mismo año me divorcié y mi familia me deshonró. Tardaron más de seis años en empezar a dirigirme la palabra. He estado un par de veces en casa, pero ya nunca será como antes".

Jasvinder Sanghera nunca llegó a casarse con el hombre que sus padres habían elegido para ella. La penúltima de ocho hermanas, vio cómo todas ellas iban siendo casadas a la fuerza siendo aún adolescentes. Cuando iba a cumplir los 16 años, su madre le enseñó la foto del hombre con el que estaba destinada a casarse al cabo de dos semanas. Ella se negó. La encerraron durante días en su habitación, sin dejarla salir de casa ni siquiera para ir a la escuela. Un día vio la oportunidad de escapar y huyó de casa a la carrera.

Su familia nunca se lo ha perdonado a pesar de que repararon el honor familiar casando a la hermana pequeña con el hombre que estaba destinado a casarse con ella.

Desde entonces, hace ya 27 años, Jasvinder ha consagrado su vida a luchar contra los matrimonios forzosos a través de una organización que ella misma fundó y dirige, Karna Nirvana. Renegó de su religión sij porque sus padres se basaron en esa religión para prometerla en matrimonio contra su voluntad. Se convirtió al cristianismo "para poder perdonar", explica, y se ha casado y divorciado dos veces.

Ha relatado su experiencia en un libro, Shame [Vergüenza], publicado en enero en Inglaterra. "Mi familia y mi comunidad siguen pensando que soy una mujer sin honor, pero yo me considero una mujer con dignidad", desafía.

En el Reino Unido se estima que hay al menos 300 matrimonios forzosos cada año. Al menos 12 personas han sido asesinadas por sus familiares en los llamados "crímenes de honor", pero se sospecha que ése ha podido ser un factor en otros 117 asesinatos, según Peter Abbott, responsable de la Unidad de Matrimonios Forzosos del Gobierno británico.

En la apertura de las jornadas, los representantes del Gobierno de Su Majestad pusieron especial énfasis en que es "sobre todo un problema de violación de los derechos humanos", y que, aunque la religión es utilizada por las familias para justificar los matrimonios forzosos, no se trata de un fenómeno religioso.

El 65% de los casos en el Reino Unido afecta a familias paquistaníes, un 25% a ciudadanos de Bangladesh y una cantidad significativa a familias de origen indio, aunque se han dado casos de familias procedentes de muchos otros países.

Niñas 'vendidas' en España


En 2002 saltó a los medios de comunicación el caso de dos menores marroquíes que fueron vendidas para casarlas en matrimonios pactados. Y la Fiscalía de Menores de Cataluña advirtió que estaba retirando pasaportes a adolescentes de origen magrebí para evitar que salieran del país.

Una de estas niñas, de 14 años, fue acogida por la Junta de Andalucía tras la denuncia de una vecina. La joven iba a ser casada contra su voluntad con un hombre de 35 años, residente en Marruecos, y que había acordado entregar 721 euros a la familia de su futura esposa. Otra joven que vivió una situación muy parecida en Almería, se negó a volver a casa de sus padres hasta que no le garantizaron que podría permanecer en España sin casarse con su pretendiente forzoso.

La Fiscalía de Protección al Menor de Cataluña elaboró un informe interno describiendo los malos tratos físicos y psíquicos que sufren las niñas inmigrantes que s eoponen a estas bodas no consentidas, En algunos casos, las dramáticas experiencias derivan incluso en intentos de suicidio. En este informe se proponía que las madres de estas niñas fueran obligadas, como sanción reeducadora, a asistir a cursos de derechos humanos, una práctica que se lleva a cabo en los países nórdicos.