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"El boxeo entre niños da más ganancias"
Giuseppe Petito
(entrevista de Ima Sanchís). La Vanguardia, 12-11-2003
Tengo 34 años. Nací en Calabria y vivo en Roma. Estoy soltero y vivo solo. Me licencié en Derecho. Mi ideología política es defender a los débiles a toda costa. En Italia ya no se distingue quién es de derechas y quién de izquierdas, son todos iguales. Soy ateo. He estrenado "Veneno" en el Festival de Cine de Derechos Humanos de Barcelona.

–Tailandia es un país precioso.
–Precioso, sí.

–¿Pero...?
–He podido vivir y contar una triste historia, pero tan común en las zonas pobres de Tailandia, que te acaba pareciendo normal.

–La historia de Veneno.
–Sí. Ésa es la traducción de Sanpit, mi protagonista. Un niño de siete años que, como tantos otros, es obligado a boxear.

–¿Dónde conoció a Veneno?
–Llevaba tres semanas recorriendo Tailandia cuando llegué a una selva que hacía frontera con Laos. Allí hay unos pueblos que organizan combates de boxeo con niños: cuanto más pequeños, más suben las apuestas, más morbo.

–¿Quién organiza esos campeonatos?
–Los jefes de cada pueblo seleccionan a sus boxeadores y cada semana se encuentran en un punto de la selva donde se congregan gran número de tailandeses y algunos extranjeros para ver el espectáculo.

–Cuénteme cómo transcurren esas noches.
–Los niños, de entre seis y diez años, comienzan a boxear a las ocho de la noche. Luego suben al ring los de quince años y por último los mayores de veinte años. Todos los encuentros son con apuestas.

–¿En qué peleas se juega más dinero?
–En la de los niños, que boxean con guantes y sin guantes.

–¿Cuántos años tiene Veneno?
–Cuando lo conocí tenía siete años y dos hermanos, uno de diez años y otro de cuatro. Toda la familia vivía de Veneno, que está especialmente dotado para el boxeo.

–¿El hermano mayor no boxea?
–Sí, pero es un poco desastre. Veneno nunca ha perdido un combate.

–¿Quién es el jefe del equipo?
–El alcalde del pueblo.

–¿El padre de Veneno no trabaja?
–No, es un alcohólico sin trabajo. La madre corta madera en una fábrica.

–¿Son combates con reglas?
–Son combates serios, organizados, donde se juega mucho dinero. Siguen las reglas del boxeo tailandés, la "muay thai", que permite las patadas en el cuerpo y en la cabeza.

–¿Por qué les hacen eso a sus hijos?
–Los padres hacen boxear a sus hijos con la excusa de que así los salvan de la droga y la prostitución. Pero saben perfectamente que cuando su hijo haya superado los diez años ya no interesará al mundo del boxeo.

–O sea, que acabará de todas formas en la droga y la prostitución.
–Así es. Los niños acaban marchándose a la ciudad, y la droga y la prostitución es la única salida para ellos.

–¿Los niños son felices?
–Mientras son niños, sí. Conocí a algunos a los que no les gustaba nada boxear y eran obligados. Pero había otros que se sentían orgullosos de que se les reconociera un talento.

–¿Y Veneno?
–Un niño muy tímido. No era para nada consciente de lo que hacía, pero sabía que el único modo de obtener amor de sus padres era venciendo.

–¿Si no vencía?
–Violencia. Su padre le pegaba si perdía. Quienes sacaban beneficio de que Veneno boxeara eran el padre y el alcalde.

–¿Qué opinaba la madre?
–Al principio era contraria a que su hijo boxeara. Pero su marido también la pega a ella.

–¿Una excepción?
–No. En la sociedad tailandesa el hombre ejerce de manera natural su poder sobre la mujer. La madre de Veneno acabó aceptando como algo normal que su hijo boxeara aun sabiendo que un niño de siete años todavía no tiene el cráneo totalmente desarrollado y boxear le causa daños irreparables.

–¿Qué tipo de daños irreparables?
–A la larga, la mayoría tiene alteradas sus facultades mentales debido a los golpes recibidos en la cabeza.

–¿Qué le sorprendió de Veneno?
–Veneno no fue para mí una sorpresa, se parecía a todos los niños que pude conocer y que eran obligados a boxear. Veneno apenas hablaba, era evidente que estaba muy desorientado. Tenía mucha necesidad del amor de sus padres y se le veía muy satisfecho cuando ganaba. Estaba dispuesto a todo para complacer a sus padres.

–¿Cómo justificaba su madre la situación de su hijo?
–Siempre cuentan la misma historia: que todo lo que hacen es por el bien de su hijo y que lo importante no son las apuestas, sino el futuro de su hijo. El padre insistía en que hacer deporte era una buena manera de tenerlo alejado de la prostitución y de la droga.

–¿Qué sucede con la prostitución de menores en Tailandia
–No existe ninguna calle en las ciudades de Tailandia donde los niños no se te acerquen para ofrecerse. Tailandia es el paraíso de los pederastas.

–¿Los niños consumen drogas?
–Las drogas existen en abundante cantidad en cualquier punto de Tailandia y para los niños es como un ritual de iniciación. Prostitución y droga van de la mano. En el 90 por ciento de los casos, los niños como Veneno, que no pueden trabajar en su pueblo porque no hay trabajo para ellos, acaban en la ciudad y en la prostitución porque eso es lo normal, tanto se trate de niños como de niñas.

–¿Qué ha aprendido de esta historia?
–La verdad, nada nuevo. Cuanto más sutil es la violencia que se ejerce sobre los débiles, peor es, y muchas veces no es reconocible. Es una violencia que se ejerce desde la cuna.