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"Hay que educar a todos en que el cuerpo de una niña no se toca"
Carolina Escobar Sarti
. Entrevista de Víctor-M. Amela, La Vanguardia, 18/01/2020
Tengo 59 años. Soy de Guatemala. Soy doctora en Sociología y Ciencias Políticas, y poeta. Tengo dos hijos treintañeros y un nieto (4). ¿ Política? Democracia social. ¿ Creencias? Lo que hacemos para los otros . Fundé y dirijo la Asociación La Alianza, para proteger a las niñas y las adolescentes

Se dedica usted a cuidar niñas...
Me esfuerzo para que disminuya en mi país, Guatemala, la violencia contra adolescentes y niñas...

¿Es muy grave esa violencia?
Por mi país pasan chicas migrantes hacia México, Estados Unidos... Y las secuestran.

¿Para pedir rescate?
Para venderlas a esclavistas de la prostitución. Y muchas aparecen asesinadas.

¿Cómo reacciona la sociedad de su país?
Impera un imaginario retrógrado: "A los 12 años, una niña está lista". Para casarse y procrear. Luché para que la ley prohibiese casarse a las chicas antes de los 18 años.

¿Lo logró?
Sí, por el esfuerzo de muchos. Pero hoy se incumple. Y más en el interior del país, y más si la chica se queda embarazada, lo que sucede allí cada trece minutos, entre los 10 y los 17 años.

Muchas violaciones, deduzco.
Sí, como fue violada su madre y como fue violada su abuela. En el 30% de los casos, viola el propio padre: "Para que la arruine otro, lo hago yo", dicen. O alguien del entorno.

Espeluznante.
Diríase que, en Guatemala, el cuerpo de las niñas es para uso de todos. Aunque el incendio del 8 de marzo del 2017 nos conmocionó.

¿Qué pasó?
En un hospicio estatal, en un cuarto, dejaron encerradas a 56 niñas. Toda una noche. Sin comer. Sin poder ir al baño.

¿Qué habían hecho?
Huyeron del hospicio un centenar de chicas, de entre 12 y 17 años. La policía detuvo a la mitad, las devolvió: las monitoras las castigaron encerrándolas ahí.

¿Y cómo empezó el fuego?
Por la mañana, desesperadas por salir, las chicas incendiaron un colchón, junto a la puerta. Chillaron. Creyeron que les abrirían.

¿Y no les abrieron?
El candado estaba por fuera. Las monitoras no encontraron la llave, dijeron. No rompieron la puerta. ¿Quién les pasaría las cerillas?

¿Qué insinúa usted?
Guatemala ha padecido 36 años de guerra, con 200.000 muertes sangrientas... ¡y 626 masacres! Esas monitoras fueron soldados: la violencia y la muerte... no les son lejanas.

Negrísimo panorama me pinta.
Junto a la puerta hallaron una pila humana de 56 niñas: murieron 41 niñas, 15 vivivieron.

Esto es un espanto.
Quince niñas, sin pelo, sin orejas o nariz o labios, algunas, consumidos por el fuego.

El Estado de Guatemala es responsable.
Muchos dijeron: "Mejor que murieran, eran mareras ", pandilleras. ¡Mentira! Eran niñas víctimas de multiviolencia.

¿Nadie pagará por este horror?
Hay tres procesos abiertos, contra funcionarios y altos cargos públicos negligentes.

¿Es optimista?
De ese hospicio entraban y salían niñas, con complicidades funcionariales, para ser prostituidas ocasionalmente.

Me lo pone cada vez peor.
Por eso fundamos la Asociación La Alianza (ALA): soy su directora nacional, sin fondos públicos, para ayudar a niñas y adolescentes.

Cuénteme algún logro esperanzador.
A las niñas quemadas las hemos operado en los mejores hospitales de Estados Unidos. Ahora soy tutora de 65 niñas. Empezamos cinco personas en la asociación, y ya somos setenta, con dos centros abiertos.

¿Qué protocolos siguen?
Trabajamos en un frente judicial: vamos contra policías y políticos y jueces y funcionarios corruptos que encubren abusos. Eso nos confronta con el Gobierno de Morales, y con una clase política que es una narco-clepto-plutocracia.

No se andan ustedes con chiquitas.
Y además presionamos en el foro público en favor de políticas educativas, preventivas. Hemos deshecho ya una red de trata de niñas. ¡Defendemos la vida digna de nuestras niñas y mujeres!

¿Ven resultados?
En demasiados pueblos hay todavía demasiadas niñas que sueñan con ser "la novia del narco del pueblo", pero cada día serán menos: estamos llevando música, arte, deporte, poesía, recreo, cultura... ¡Así ellas verán que hay algo más en esta vida!

¿Y qué puede hacerse con las niñas embarazadas?
Recogí a una niña maya de 12 años, que sólo hablaba su lengua, embarazada: la había violado el gurú de su propia comunidad.

Menudo caso...
Ni te miraba a los ojos. Tuvo a su hijita. No la quiso, y las separamos. Hoy tiene 16 años, y trabaja de enfermera, como soñaba, porque le pagamos los estudios. Ahora gana dinero y el otro día me dijo: "¿Puedo ayudar en algo en la guardería de mi hija?".

Esto es emocionante, señora Escobar, la felicito.
"Hoy mi niña es el amor de mi vida", dice ella ahora. Otros casos son más complejos: ¿cómo metes en la cárcel al padre, a los hermanos? Por eso hay que educar ya a todos en que el cuerpo de una niña... ¡no se toca!

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Medalla Olof Palme

"En Guatemala hay miedo al pensamiento y a la ternura", dice Escobar, que alienta una sociedad que cuide al débil. Su país adolece de carencias estructurales que lo agrietan entre la incultura y la violencia. "Educación, salud y vivienda debieran garantizarse desde el Estado para todos los niños", clama ella. No todos la apoyan. Opera desde su Asociación La Alianza (ALA), por cuyo meritorio trabajo en la protección de niñas y adolescentes en riesgo de exclusión y violencia ha merecido la medalla Olof Palme, que entrega en Barcelona la Fundación Internacional Olof Palme, que preside Anna Balletbò. Además, en el 2019, la revista Forbes situó a Carolina Escobar Sarti entre las cien mujeres más poderosas de Latinoamérica.