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Sybil
Benjamin Disraeli
(1804-1881)
www.fceye.ull.es/caperez/Heempresa/Practicas/practica_4.htm (2003)
De la mina sale su mineral y del pozo sus siervos [...] bandas de jóvenes ¡ay! de ambos sexos, aunque ni su ropa ni su lenguaje indican la diferencia; todos llevan vestiduras masculinas; y juramentos que podrían hacer estremecer a hombres brotan de labios nacidos para pronunciar palabras de dulzura. Sin embargo, éstas han de ser -algunas lo son ya- las madres de Inglaterra. Pero ¿podemos asombrarnos de la repugnante grosería de su lenguaje si recordamos la fiera rudeza de sus vidas? Desnuda hasta la cintura, una muchacha inglesa, durante doce y a veces diecisiete horas diarias, tira ayudándose de manos y pies de una cadena de hierro que, sujeta a un cinturón de cuero, se arrastra entre sus piernas enfundadas en pantalones de lona, para transportar cubetas de carbón que salen de los caminos subterráneos, oscuros tortuosos y enfangados: circunstancias que parecen haber pasado inadvertidas a la Sociedad para la Abolición de la Esclavitud Negra. Estos dignos caballeros parecen haber permanecido también curiosamente inconscientes de los sufrimientos de los pequeños trappers (niños encargados de abrir y cerrar los portillos de las minas), cosa notable, pues muchos de ellos eran sus propios empleados.

Ved también a éstos salir de las entrañas de la tierra. Niños de cuatro y cinco años de edad -muchas niñas también- lindos y todavía dulces y tímidos; se les han confiado las funciones de más responsabilidad, cuya índole les obliga a ser los primeros en entrar en la mina y los últimos en abandonarla. Su trabajo en verdad no es severo, pues eso sería imposible, pero transcurre en la oscuridad y en la soledad. Soportan este castigo que la filantropía filosófica ha inventado para los más horribles criminales, y que estos consideran más espantoso que la muerte, a la que dicho castigo sustituye. Pasan horas y horas, y todo lo que trae a los pequeños trappers el recuerdo del mundo que han dejado y del mundo en que se han sumergido es el paso de las vagonetas de carbón para las que abren los portillos de las galerías que impiden las corrientes de aire, y de cuyo mantenimiento constantemente cerrados, excepto en ese momento de paso, dependen enteramente la seguridad de la mina y la vida de las personas empleadas en ella.