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"Primero mataban a sus hijos y luego se suicidaba"
Florian Huber
. Entrevista de Ima Sanchís. La Vanguardia, 2/12/2022
Con la caída del régimen nazi, miles de alemanes de a pie se ahorcaron, se pegaron un tiro, se envenenaron o se ahogaron; fue uno de los mayores suicidios en masa de la historia. El movimiento que había dado sentido y propósito a sus vidas, la gran Alemania, se derrumbaba a su alrededor, y la propaganda terrorífica del gobierno sobre el ejército soviético no ayudó. Miedo, desorientación, pérdida de sentido..., un cóctel que llevó a madres a asesinar a sus niños y bebés para luego quitarse la vida, una parte de la historia alemana que era tabú hasta que Florian Huber publicó 'Prométeme que te pegarás un tiro. La historia de los suicidios en masa al final del Tercer Reich' (Ático de los Libros), uno de los mejores libros de historia del 2019 según The Times, y que ha abierto un debate necesario y advierte del peligro de la propaganda y de los populismos.

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Al final del Tercer Reich, en 1945, hubo en Alemania lo que sin duda fue uno de los mayores suicidios en masa de la historia.

¿Por qué?

Terror a la venganza de los soldados soviéticos, desesperanza, pérdida del sentido de la vida. Durante 12 años de dictadura nazi habían creído que Alemania volvería a brillar en la cima del mundo y estaban devastados.

¿Hubo efecto llamada?

Hubo una atmósfera contagiosa, como una epidemia: cuanta más gente a tu alrededor se suicida, tendemos a hacer lo mismo.

¿Gente corriente, ciudadanos?

Sí, al contrario de lo que se pensaba, no se trata de cargos militares que temían las represalias o emulaban al Führer, sino de gente corriente, mujeres, niños, ancianos.

¿Qué historias le han conmovido?

Todas son increíbles, familias enteras que se mataron todos juntos alrededor de la mesa tras envenenarse con cianuro. He recibido reportes de madres que intentaron matar a sus propios hijos en aguas muy poco profundas sumergiéndoles la cabeza mientras pataleaban, y de casos de madres que sobrevivieron tras haber matado a sus hijos. Son historias que desafían mi imaginación.

Qué horror.

En Lossen, en la Baja Silesia, la mujer del sastre, la señora Pfeifer, ahorcó a sus tres hijos, de entre ocho y trece años, y luego a sí misma. Fueron miles los asesinatos infantiles cometidos por sus propios padres. Cuando mi investigación fue publicada fue como si se levantase un velo sobre un tema tabú.

¿Ha hablado con supervivientes o testigos directos?

Sí, personas que sobrevivieron al intento de asesinato de sus padres. ¡Cómo puedes vivir con algo así! Después de que mi libro fuera publicado, muchas personas conectaron conmigo y me contaron horrores terribles, pero el libro fue para muchos un alivio porque vieron que no estaban solos.

¿De cuántos suicidios estamos hablando?

Es difícil saber la cantidad exacta porque no había forenses registrando las muertes, era todo un caos y además estaba prohibido publicar algo sobre los suicidios de alemanes, pero estoy seguro de que el número supera las decenas de miles.

Solo en Berlín se suicidaron 10.000 mujeres tras ser violadas por el Ejército Rojo.

Los soldados soviéticos estaban llenos de rabia y las víctimas más comunes de su venganza fueron las mujeres, más de un millón fueron violadas en Alemania y muchas decidieron después suicidarse porque el honor era una cuestión central en su cultura.

El ejército soviético fue muy brutal.

A finales de abril de 1945, al menos veinte millones de soviéticos habían perecido a manos de los alemanes que los consideraban infrahumanos. Se emitieron directivas para que las tropas asesinaran a soldados enemigos, prisioneros y civiles.

Querían venganza.

Durante toda la guerra, la propaganda alemana martilleó a la población alemana con la idea de que los soldados soviéticos eran unas bestias que exterminar, como los judíos.

La propaganda puede hacer mucho daño.

En este caso, en esta ola de suicidios, fue un factor decisivo. Se ha especulado mucho sobre hasta qué punto la población alemana sabía lo que Hitler hacía con los judíos.

¿Sabían?

La mayoría nunca había oído el nombre de Auschwitz, pero sí sabían que algo terrible pasaba con los judíos en el este.

Los suicidios de Demmin fueron especialmente traumáticos.

La población estaba atrapada, una península entre ríos. Se suicidaron más de 1.000 de una población total de 15.000. Familias enteras se ahogaron, primero mataron a los niños y luego ellos con piedras en los bolsillos; otros se colgaron de los techos de sus casas, de los árboles o de las líneas telefónicas.

En las ciudades la gente llevaba una botellita con cianuro colgando del cuello.

Sí, había un mercado negro, era un negocio cotidiano a final de la guerra. El modo en que familias enteras se quitaban la vida pasó de ser un hecho impactante a una realidad del día a día. Lo narra el doctor Lehndorff.

¿Qué dejó escrito?

Que el debate de si emplear cianuro o no era inexistente, el tema era la cantidad que se debía ingerir.

¿Cuál es su conclusión?

Al terminar la guerra no solo Alemania estaba devastadas sino también la mente de la gente. Es hora de que echemos un ojo a las mentes de la gente común, de cómo vivieron aquellas extremas circunstancias.

¿La lección fundamental?

Nunca debemos permitir que ningún gobierno envenene las mentes de las gentes de una manera tan atroz que puedan acabar matando a sus hijos, debemos ser conscientes de los límites que han de tener los gobiernos y la propaganda, es muy importante.