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"Vi montones de piel y huesos apilados como si fueran leña"
Benjamin Ferencz
(fiscal en los juicios de Nuremberg). Entrevista de Ima Sanchís. La Vanguardia,7/6/2021 (fragmentos)
- Fue soldado en la Segunda Guerra Mundial, ¿qué imagen guarda de esa época?
- Visité alrededor de una decena de campos de concentración. En todos vi lo mismo: cuerpos por el suelo, unos muertos, otros heridos y suplicantes. Vi montones de piel y huesos apilados como si fueran leña. Personas arrastrándose por la basura como si fueran ratas.

- ...
- Esqueletos vivos y desamparados con diarrea, tuberculosis, neumonía. Los que se tenían en pie quemaban vivos a los guardianes del campo. Aquello era el infierno.

- ¿Cómo lo soportó?
- Me repetía: "Esto no es real, no es real, no es real". Fingiendo que aquello formaba parte de alguna clase de espectáculo. Hay cosas que nuestro cerebro no es capaz de procesar. No se puede olvidar, pero se puede hacer mucho por cambiar las cosas.

- ¿Qué ha entendido de tanto horror?
- La guerra puede convertir a cualquiera en un monstruo. Siendo fiscal en los juicios de Nuremberg pude ver que los inculpados por crímenes contra la humanidad habían actuado movidos por patriotismo, convencidos de que debían limpiar Alemania de judíos y razas que consideraban inferiores.

- A los 27 años era usted el acusador jefe de 22 jerarcas nazis. Su primer caso.
- Seleccioné a personas inteligentes e instruidas. Todos doctorados. Sabían lo que hacían: asesinar a más de un millón de personas, muchos eran niños. Ninguno pidió perdón.

- ¿Qué sentía usted?
- Absoluta frialdad. De nuevo imaginaba que estaba en un escenario de Hollywood, era la única manera de ser útil y cambiar algo.

- Todos podemos ser un monstruo.
- Sí, la mayoría somos capaces de cometer atrocidades porque sentimos amenazada a nuestra familia, nuestra patria o nuestra religión. De hecho, hoy día se siguen cometiendo. La única salvación posible es la ley.

- ¿Cuál ha sido el mejor momento?
- Cuando acabó la guerra la gente estaba muy contenta, pero no se puede hablar de verdadera alegría, por lo menos en mi caso, porque era consciente de que para ganar la guerra tuvimos que bombardear muchísimos pueblitos y ciudades francesas y matar a muchos inocentes, incluidos perros, gatos y pájaros.

- ¿Cuándo ha sido feliz?
- Nunca. Pero cuando lloras por dentro, mejor ríe por fuera. De nada sirve ahogarte en tus propias lágrimas. Pero esos horrores fueron reales, están conmigo, y eso es lo que hace que siga trabajando a mis 102 años.

- Es usted valioso y necesario.
- El mundo está lleno de buena gente que hace buenas obras, hay que aferrarse a ello para fortalecerse. No sigas las tendencias, crea la tuya propia. Ten fuego en las entrañas. Y no olvides que la felicidad no te debe nada.

(...)

- ¿Qué quiere transmitir?
- Hay tres cosas importantes: no te rindas nunca, no te rindas nunca, no te rindas nunca. El fracaso es solo un estado de ánimo. Quiero decir a los jóvenes que hay que dejar atrás las guerras. Nadie debería querer morir por su país, sino vivir por él.