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Ansiedad o depresión, los daños, tras una agresión sexual


Lorena Ferro
. La Vanguardia, 9/4/2023 (fragmentos)

"Las secuelas psíquicas son relevantes porque las agresiones sexuales son uno de los traumas que más potencial de lesionar tienen", advierte Lluïsa Garcia-Esteve, psiquiatra y presidenta de la comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género del hospital Clínic de Barcelona. Un trauma que incide sobre el sistema nervioso central y afecta a todo; por ello, explica la psiquiatra, es importante que lo antes posible la víctima pueda identificar que lo que le ha sucedido "le puede comportar un problema de salud de primer orden de forma inmediata y a largo plazo".

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La larga lista de secuelas en el ámbito de salud mental que supone una agresión sexual varía en función de la persona y la situación vivida, pero algunas de las consecuencias más relevantes son ansiedad, sufrimiento difuso, depresión, malestar general o dificultades para las relaciones sociales. También aparece estrés postraumático, que se puede agudizar con los años. La relación de la víctima con los otros queda influida por lo que le pasó y cuando lo explica puede ser que se reagudice o que cada noticia la revictimice, apunta la doctora.

Y si las secuelas psíquicas están en la mayoría de las agredidas, en la agresión grupal son aún de forma "más intensa" porque las víctimas viven una situación de "terror" de mucha intensidad en la que ven amenazada su vida, explica la psiquiatra. En el 2022, las agresiones sexuales grupales en el Clínic supusieron un 10% del total: hubo 63.

Dando respuesta a esta problemática, el Clínic ha elaborado el documento 'Guía de autoayuda para mujer víctimas de una agresión sexual reciente' que se entrega a todas las mujeres que llegan al centro hospitalario tras sufrir un episodio de estas características. La guía recoge los pasos que seguir para trabajar hacia la recuperación, y en ella se detallan algunos de los síntomas que es habitual tener tras una violación: miedo y ansiedad, sensación de irrealidad, vivir en un estado de alerta permanente, evitación, tristeza, culpa, vergüenza, cambios en la imagen y el funcionamiento diario, además de riesgo de llevar a cabo conductas autolesivas o abuso del alcohol.

Garcia-Esteve también explica que cuando se produce una agresión hay una necesidad de "desconectar" de la situación. Así, la chica que estudiaba deja los estudios, otras mujeres abandonan el trabajo o incluso cambian de ciudad, describe. Por ello, remarca que la consigna debe ser: que ante una agresión sexual "hay que priorizar la salud", que ha quedado dañada. Estas personas deben tener un seguimiento específico para tratar todas estas secuelas porque protagonizan cinco veces más de intentos de suicidio de lo normal, indica. Pero lamenta que en muchos casos la víctima acabe teniendo que pagarse tratamientos más especializados.

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